Persona, partido y patria

El día del aniversario de la muerte del fundador del PNV, en el cementerio de Sukarrieta (Pedernales), el hasta ahora presidente del partido, Josu Jon Imaz San Miguel, ha vuelto a decir que el suyo no es sólo un partido nacionalista, sino también humanista; ha vuelto a apostar por el “pactismo como forma de hacer política desde el realismo y con el apoyo de las mayorías sociales“, y, citando a un peneuvista histórico, ha reafirmado la base de toda democracia: que “el fundamento de todo derecho es, en primer lugar, la persona y no las instituciones o la patria”; lo que lleva consigo “la prevalencia de los derechos individuales de las personas ante cualquier otro valor o derecho”. Cuando Imaz dice “instituciones” quiere incluir, sin duda, partido y gobierno: un gobierno, como el vasco, cuyas actuaciones se dan tantas veces de bruces con lo que acaba de afirmar; para no hablar de su máquina mayor de propaganda, la ETV, entretenida, un día sí y otro también, en elogiar y defender la autodeterminación y la independencia. Imaz ha continuado refiriéndose a la política cotidiana y ha dicho otra verdad como un templo: que la gente vota al PNV “por su eficacia, porque soluciona problemas en lugar de crearlos”. Parece todo dicho no sólo para los burukides y militantes del partido, sino para todos los partidos, todos los militantes y todos los ciudadanos.