Amnistía Internacional y ETA

Durante años fui miembro activo y militante de Amnistía Internacional. Sus estudios, libros y boletines me sirvieron de muy útil información para mis tareas en el Parlamento de Navarra, en el Senado, en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y en el Parlamento Europeo. Tanto, que uno de mis jefes políticos llegó a decirme en Estrasburgo que, más que miembro de mi grupo, parecía agente de Amnistía. Lo que para mí fue entonces todo un elogio. Pero la deriva de tan meritoria y necesaria institución internacional en relación con ETA me obligaron a romper, con gran pesar mío, mis anteriores relaciones. Leo hoy un comunicado de AI, remitido desde su sede oficial en Londres, titulado “España: los derechos humanos no pueden esperar“, que de nuevo me llena de tristeza. Reparte, como en los peores tiempos, responsasbilidades entre ETA y el Gobierno español y lanza una carga pesada contra la ley de partidos, la bicha del independentismo terrorista y no terrorista. Pero basta, aquí también, reparar en el lenguaje maquillado e injusto que emplea, común todavía a ciertas instituciones, organismos y medios anglosajones y franceses. Por ejemplo, la banda terrorista le merece la calificación de “grupo armado” y sus “abusos contra los derechos humanos” son calificados de “presuntos“.¿Para qué más? Una lástima grande.