Adviento. 6

    Así también en la vida de los hombres.
La muerte ya no tiene la última palabra,
porque Dios entró,
como de puntillas,
en el tiempo y espacio de este mundo,
que sostiene y guía desde dentro.
Renovados, redimidos,
hechos cuerpos de Dios,
ya navegan seguros
rumbo a la eternidad ya comenzada.
Ya no es forzosa
la angustia ante el vacío que aniquila,
ni justa la tristeza,
ni cierto el miedo a la culpa inexpiable.
Ya no hay antes y después de lo eterno.
Ya no hay nada que pueda detener
el adviento creciente del Señor.