Archivo por meses: abril 2011

Los esenios y el celibato

No parece que los esenios hubieran sido unos célibes modélicos para los cristianos, cosa que algunos autores han defendido con poco conocimiento de causa. Según el historiador hebreo del siglo I, Flavio Josefo, en su obra La guerra de los judíos, los esenios no desaprueban el matrimonio ni su correspondiente procreación, pero no se fían del libertinaje de las mujeres y están seguros de que ninguna de ellas es fiel a un solo hombre. Y poco antes: Rechazan los placeres como si fueran males

Indecentes diputados europeos

En mi tiempo de europarlamentario tuvimos alguna viva discusión, cuando algunos diputados conservadores británicos exigieron el vuelo en primera clase de los miembros del Convenio con los países ACP (África, Caribe y Pacífico), que viajábamos a los encuentros de cooperación con esos países. Por lo demás, viajábamos siempre en clase turística. Me indigna todavía más que mis actuales colegas se hayan opuesto incluso, en los tiempos que corren, a la congelación de dietas. Y lo digo sin mucho mérito, porque ya entonces el partido socialista nos hacía ganar mucho menos dinero que los diputados de otros partidos, que solían cobrar íntegros todos los ingresos. Me temo que en las próximas elecciones al PE los votantes sean menos aún que la vez anterior.

Marxismo y antimarxismo

No deja de sorprenderme la relectura, después de muchos años, del discurso de Julián Besteiro en el acto de recepción en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, el 28 de abril de 1935,  titulado Marxismo y Antimarxismo. Si el análisis de las corrientes filosóficas del siglo XIX, el fascismo del siglo XX, la crisis de entreguerras,  la derrota de la Sociademocracia alemana, o la formación del Quinto Estado, llenan varias páginas, el contenido principal del trabajo es mostrar el socialismo ortodoxamente marxiano como un socialismo democrático, opuesto a cualquier dictadura y a cualquier coacción. En la fecha en que esto se hace público, con un partido socialista  español dividido en dos, y alejado el autor de la corriente mayoritaria largo-caballerista o bolchevizante, son del mayor interés las alusiones a su propio partido y a los partidos europeos inclinados a posiciones revolucionarias y filosoviétiacas, queriendo huir al mismo tiempo de la superstición de la eficacia absoluta de las funciones gubernamentales (1931-1933) o, ya fuera del Gobierno, del culto de la violencia, sin un programa bien maduro de política gubernamental, al modo de los laboristas ingleses (1933-1936). Otra suerte tal vez hubiera corrido la historia de la España de la segunda mitad de los años treinta, si el PSOE hubiera tomado en serio estas palabras semi-proféticas de Besteiro: Para una Partido Socialista, sobre todo si su paso por el poder, aunque sea rico en reformas parciales, no le ha permitido abordar los grandes problemas de socialización, el ejercicio de la función coactiva habrá de ser siempre una fuente de descrédito ante la masa general de los ciudadanos, y muy especialmente ante sectores muy importantes de la clase obrera. Casi al final de la guerra, Julián Besteiro volvería, esta vez por radio, sobre la coacción, la violencia y la dictadura, en unos momentos trágicos. Pero son pocos los que quieren recordar, y menos celebrar, estas intervenciones.          

El ciego de nacimiento

La tradición de que Jesús de Nazaret curara ciegos es, junto a la de los exorcismos, una de las  más antiguas y consistentes de la comunidad cristiana. La curación del ciego  de nacimiento -lectura del evangelio de este domingo IV de Cuaresma-  se contiene en la narración del evangelista llamado Juan (no el discipulo de Jesús), que aprovecha el hecho para abrir un debate sobre las curaciones en día de sábado, pero esto parece una adición secundaria. El milagro no parece tener conexión con ninguna otra curación similar y es uno de los dos prodigios que el evangelio de Juan sitúa en Jerusalén. Es una tradición muy temprana de una comunidad muy primitiva, que conocía bien la zona de la piscina de Siloé, única mención de la misma en los milagros del Nuevo Testamento. La utilización de la saliva para hacer barro no aparece en ningún otro relato semejante. El barro simboliza  la ceguera, que queda lavada y limpiada por el agua del estanque, al obedecer el ciego el mandato de Jesús, siempre al servicio de los más débiles  y necesitados, de los últimos. Todo ello acredita la historicidad de esta tradición, en cuanto nos es dable conocer. Sin embargo, los autores ponen en cuestión el hecho de que  el curado fuera ciego de nacimiento, teniendo en cuenta la proclividad de Juan para subrayar los elementos prodigiosos de las  señales del Maestro, y su teología peculiar, que simboliza la humanidad, nacida en las tinieblas totales, que Jesús viene a iluminar.

Los siete magistrados de la luna

Los siete magistrados discrepaantes de la sala 61 del Tribunal Supremo deben de estar en la luna y no en Madrid, este año de gracia de 2011, cuando no han visto en los estatutos de Sortu ni el designio de la banda, ni el sistema de coordinación entre ETA y Batasuna, ni el fraude de ley, ni desdoblamiento alguno ni engaño de ninguna clase. Ni siquiera  dan valor al documento de 2009, en el que  también se basa la mayoría de magistrados, y donde la organización terrorista pondera la necesidad de la existencia de  un partido legal para que la negociación sea posible. Es decir, que no han debido de leer tampoco el Acuerdo de Gernika, de septiembre de 2010, y tan recordado por mí, que deja las cosas tan claras. A no ser que ignoren también que Batasuna es lo mismo que Sortu.

Confusión ideológica

Es tiempo de confusiones. Porque es tiempo de cambios constantes y no es fácil mantener inalterables ciertos principios cuando son muchas y variadas las consecuencias. Les ocurre eso a los socialistas españoles, con o sin Zapatero, y de toda Europa, como  tenemos bien comprobado en España y fuera de España. Les pasa a los liberales y conservadores alemanes, que, partidarios públicos de la energía nuclear, cierran varias centrales tras el desastre de Fukushima, y que, atlantistas fervorosos, se oponen a la guerra en Libia, dirigida por la NATO, por miedo a  unas elecciones regionales, que al final pierden también. Les ha ocurrido a los Verdes, que  de jóvenes rebeldes y revolucionarios han ido acomodándose a la sociedad alemana, manteniendo sólo inalterable el principio antinuclear, y acaban de ganar las elecciones de la región más rica e industrializada de Alemania, que alberga dos centrales nucleares. Muchas cosas están en cuestión. No se trata sólo de frivolidad, cobardía, pérdida de valores… y otros  lugares comunes. La realidad avanza con pasos de gigante muy por delante de nuestros saberes, usos y costumbres, y a veces sólo le oponemos tradición, retórica y pereza intelectual. Lo que necesitamos hoy es un poco más de cordura para seguir de cerca los cambios en la economía, intercomunicaciones, clima, salud, interpretación histórica…, que nosotros mismos provocamos o pilotamos y saber así en cada momento qué actitudes y actuaciones poner en juego para una mejor convivencia universal.

El deseo de Dios, según Kant

Después de que el filósofo de Königsberg hubiera intentado en la Crítica de la razón pura acabar con la metafísica de la pura razón, y antes de que en su segundo gran libro abriera el portillo de la razón práctica para llegar a los más altos fines de la razón humana fuera del ámbito  de la experiencia, deja en la “Conclusión” de su libro menor Prolegomena… unas páginas memorables, que me recuerdan algunas del libro Confesiones de san Agustín. Pondera Emmanuel Kant nuestra disposición natural, que tiende a libertar nuestro concepto  de las cadenas de la experiencia y de las limitaciones de las meras consideraciones naturales, tan ampliamente, que vea, al menos, un campo abierto ante sí, que sólo contiene objetos para el entendimiento puro, los cuales no pueden alcanzar sensibilidad alguna. Aunque se reafirme en la imposibllidad de producir concepto alguno determinado, por encima de toda  experiencia posible, de lo que puede ser la cosa en sí misma, reconoce Kant que no somos completamente libres de absternernos por completo de la demanda relativa a la cosa en sí, pues la experiencia no satisface nunca del todo a la razón; nos aleja cada vez más de la contestación de la pregunta y no nos deja satisfechos con respecto a la plena solución de la misma.  Y poco más adelante: ¿Quién no ve en la contingencia y en la dependencia generales de todo lo que puede pensado y aceptado según los principios de la experiencia, la imposibilidad de permanecer en ellos, y no se siente obligado, a pesar de todas la prohibiciones de perderse en ideas trascendentes, a buscar paz y tranquilidad fuera de los conceptos que pueda justificar por medio e la experiencia, en el concepto de un ser, la idea del cual, ciertamente, no puede ser comprendida en sí misma según la posibilidad, aunque tampoco puede ser contradicha, porque corresponde a un mero ser del entendimiento, pero sin la cual la razón debe permanecer siempre intranquila? De esa disposición natural de nuestra razón ha nacido, según el autor de la Crítica de la razón práctica, la metafísica como su hijo favorito, cuya generación, como cualquier otra en el mundo, no hay que atribuirla a la casualidad arbitraria, sino a un germen originario, el cual está organizado sabiamente para los más altos fines.


Libia singular

Seguimos sin saber mucho de Libia, aparte de la confusión diaria sobre la guerra en curso. No conocemos bien a los rebeldes. Conocíamos en cambio a Gadafi, con el que nos entendíamos últimamente muy b¡en. Libia no es un Estado-nación, como Túnez o Egipto, sino un conglomerado de tribus, manipulado por una larga dictadura. No existe un ejército regular,  y el actual está compuesto en buena parte por mercenarios. No existen partidos  políticos significativos El Islam debe demasiado allí a la interpretación sui generis del dictador. Parece que hay algo más de una lucha entre la Tripolitania y la Cirenaica, que nos recuerdan tanto al antiguo Imperio Romano y a ciertos pasajes de la Biblia. No sabemos mucho más, fuera de los partes, casi siempre falaces, de la guerra de cada día. Una gran confusión, y el horror de las primeras -que no serán primeras- víctimas colaterales. Deseo vivamente la salida del dictador o un alto el fuego obligado, que obligue al mismo tiempo a unas elecciones libres, en lo posible.