Qué bien mama, goloso,
este niño rollizo,
de carnes prietas, anaranjadas,
y rubios rizos,
mirándonos, extraño
y sorprendido.
Qué bien mama, goloso,
y qué tranquilo,
con su mano derecha en la teta,
del color del membrillo.
¿Y qué hace en su mano izquierda
ese pobre pajarillo?