¿Tienen miedo los jueces?

La Audiencia de Pamplona ha archivado la querella por injurias, puesta por la anterior alcaldesa de la ciudad contra la chula potra, que en un rap, titulado La bofetada, le lanzaba durante un rato, junto con el deseado golpe de mano, los mayores y más malignos insultos: puta, bruja mala, yupi seca, mala mujer, amargada… Y todo, según se defendía la indignada rapera, porque el ayuntamiento decidió echar abajo un viejo frontón para levantar un estupendo Acqua-Vox, de pleno éxito actual. Los jueces, como suelen, ponen lo que llaman indignamente libertad de expresión –libertad de agresión, mejor- por encima de todo el derecho al honor y el derecho al sentido común y a la dignidad más elemental. Y todo, porque a una persona pública, se le puede decir, por lo visto, todo lo peor del mundo. Leídas otras sentencias similares, por graves acusaciones e injurias de todo tipo, me pregunto si los jueces tienen miedo a periodistas,  comentaristas, medios de comunicación, gentes de la farándula, cantantes…, que tienen su poder de influencia, difamación, hostilidad y seguimiento, porque no me cabe en la cabeza, que con sentencias del Tribunal Constitucional en mano, no tengan en cuenta las más elementales normas de educación y de convivencia. ¿Cómo me voy a sorprender de la barbarie cotidiana de los comentaristas de los diarios digitales, si los togados reverendos dicen que se puede llamar puta por todos los vientos a cualquier política que haga algo que no le guste al rapero, al periodidsta, al desvergonzado de turno?