Reformistas y oportunistas

 A comienzos de 1933 aparecía editado por Gráfica Socialista el libro de Karl Kautsky, escrito en 1892, El Programa de Erfurt, explicado su parte fundamental, traducido por Francisco Ayala, con prólogo de Julián Besteiro, entonces catedráti co de lógica en la univesidad central, en excedencia, y presidente de las Cortes Constituyentes. Besteiro mantenía, por poco tiempo todavía, la presidencia de la UGT, desde el congreso de octubre del año anterior, y estaba alejado de la dirección del partido, desde que en febero de 1931 dimitió de la presidencia, por no estar de acuerdo con la participación  socialista en un gobierno burgués.  Meses depués, su propuesta de una segunda Cämara económica le había distanciado de la mayoría del partido. Representante del ala derechista, como entonces se decía, frente al ala que comenzaba a ser bolchevizante de Largo Caballero, presidente entonces del partido, y la centrista de Indalecio Prieto, Besteiro, el más intelectual y culto de los tres, no era menos marxista que ellos, y así se declaraba, pero su marxismo quería ser compatible con la democracia y en ese momento se oponía a toda dictadura del proletariado, copia de la soviética en Rusia, y a todo golpe violento contra la llamda democracia burguesa (para ellos, dictadura burguesa) que es lo que la corriente Caballero, con la ayuda de las ambigúedades de Prieto, estaban comenzando a preparar. El presidente de la Cortes elogiaba a Kautsky, ya octogenario, como el más importante teórico marxista de la época, crítico y polémico desde primera hora frente al revisionista Bernstein, símbolo de todo reformismo, e introductor seguro y asequible a todo estudio profundo de las doctrinas de Marx. Traduciendo mentalmente esa vieja polémica al caso español, el presidente de las Cortes y diputado socialista más votado en Madrid cargaba contra el reformismo práctico, no menos nocivo que el teórico, que puede a veces adoptar apariencia de radicalismo extremo, y se caracteriza por la poca estima de los principios del marxismo como moral de acción. Especie de pragmatismo político, campo abonado, como el pragmatismo filosófico, para el desarrollo de las más variadas formas de regresión. Es lo que el profesor Besteiro llama la degeneración del movimiento socialista en un sentido no ya reformista, sino oportunista. Algo así debía de parecerle su compañero Caballero, hombre recto y austero en su vida personal, seductor de masas, que pasó de ser consejero de Estado con la Dictadura de Primo de Rivera a ministro de Trabajo y Previsión Social durante el primer bienio de la República, y que, al  tener que salir del Gobierno, andaba ya preparando el movimiento violento contra el fascismo, fascismo que veía lo mismo en la CEDA que en buena parte del partido republicano radical. que eran los que iban a ganar las próximas elecciones.- Problema muy actual: ¿quién es reformista y hasta oportunista? ¿quién fiel a una verdadera moral de acción? Aqui casi siempre todo se nos va por la boca y por los altavoces de la demagogia, política cotidiana de todos los pragmatistas, que suelen envanecerse de ser reformistas unas veces y, otras, cuando conviene, revolucionarios, y que no son más que oportunistas, porque no ven más allá de la oportunidad que se les presenta a cada momento.