Tras los muchos excesos verbales (y mentales), demonizaciones y, sobre todo, vulgaridades de hombres muy vulgares durante toda la campaña y precampaña electorales, pareciera que hubiéramos entrado en una etapa de reflexión, ahora sí. Y es que aquí lo único que monta, y monta tanto, son los resultados electorales. Y el ganar unos y perder otros es lo único que parece obligarles a pensar: quitar y poner a éstos o aquéllos, esto o lo otro; corregir aquí, amputar allí… Vamos a ver. Mejor es no arriesgarse mucho, ni poco. Que el gato escaldáo / del agua fría huye. Por lo menos, descansemos un poco en este, inesperado, tiempo de forzada reflexión, de calma y hasta de esperanzada ingenuidad.