Tiempo apocalíptico y tiempo gnóstico

 

     En su nuevo y lúcido libro, El tiempo, tribunal de la historia, Manuel Reyes Mate vuelve a sus temas preferidos: la historia, la vivencia del tiempo, la injusticia de los que sufren, la memoria de ese sufrimiento, la muerte… En su primera parte distingue dos concepciones  distintas del tiempo: la apocalíptica y la mal llamada gnóstica. Para la primera, el tiempo es finito (limitado), tiene un final y obliga a tomarse la vida responsablemente, como quien ha de dar respuesta de ella. Fuera de cualquier tentación presencialista, toma en serio las consecuencias de sus  actuaciones, por lo que nunca, al menos teóricamente o como principio, puede separar la felicidad de la justicia. La vida no acaba en sí misma, sino que está orientada hacia su final, anticipa el final, se ordena y reordena en torno a él. Es claramente la concepción cristiana del tiempo, de la historia, de la vida. Para la concepción mal llamda gnóstica, el tiempo es infinito y, por tanto, instantáneo y presentista. No le importa el tiempo pasado, precedente y condicionante del actual, y considera el presente como prolongado al infinito, sin visión alguna de futuro, es decir, sin atisbar y, menos, medir las consecuencis de las actuaciones presentes. Descartada la esperanza, todo es progreso ilimitado, volcado en el presente mitologizado. Cerrado en sí mismo.