¿Quién es mi prójimo?

Buen día éste, víspera del Corpus Christi, la fiesta más carnal de nuestra liturgia, y a pocas fechas de Pentecostés y de la fiesta de la Trinidad, para celebrar la ecología del Espíritu creador, que llama a la Iglesia a practicar el amor y la justicia. En su carta de 1990, dedicada por completo por vez primera a la ecología, el papa Juan Pablo II formuló el principio de que el respeto a la vida y a la dignidad de la persona humana se extiende también al resto de la creación. El teólogo Brian Patrick imagina lo que Jesús diría hoy a la pregunta de ¿Quién es mi prójimo? –¿El samaritano? ¿El marginado? ¿El enemigo? Sí, sí, por supuesto. Pero también lo es la ballena, el delfín y la selva tropical. Nuestro prójimo es la entera colectividad de la vida, el universo entero. Debemos amarlo en su totalidad, como a nosotros mismos. Y Salie McFague, en su brillante The body of God: An ecologial Theology, sostiene que, si la naturaleza es el nuevo pobre, la pasión por establecer la justicia en favor de los pobres y oprimidos se debe extender hoy hasta incluir a los seres humanos que sufren y los sistemas de vida y otras especies que están bajo amenaza: “Salvad la selva tropical” pasa a ser una aplicación moral concreta del mandamiento “No matarás”. El objetivo moral pasa a ser asegurar para todos una vida vibrante en unión con los demás.