Purificación y reforma interior

Vuelvo sobre el discurso del papa Benedicto XVI, el 25 de septiembre de este año, en Friburgo, en el Encuentro con los Católicos comprometidos en la Iglesia y en la Sociedad, que ha encontrado una respuesta muy positiva en muchos teólogos, filósofos e historiadores, y que en este tiempo de la Navidad cristiana tiene un sentido especialmente positivo:  En cierto sentido la historia viene en ayuda de la Iglesia a través de distintas épocas de secularización que han contribuido en modo esencial a su purificación y reforma interior. Pues la secularizaciones -sea que consistan en expropiaciones de bienes de la Iglesia o en supresión de privilegios o cosas similares- han signficado siempre una profunda liberación de la Iglesia de formas mundanas: se despoja, por decirlo así, de su riqueza terrena y vuelve a abrazar plenamente su pobreza terrena.(…) Los ejemplos históricos muestran que el testimonio misionero de la Iglesia desprendida del munddo resulta más claro. Liberada de fardos y privilegios materiales y polìticos, la Iglesia puede dedicarse mejor y de manera verdaderamente cristiana al mundo entero; puede verdaderamente estar abierta al mundo. Puede vivir nuevamente con más soltura su llamada al ministerio de la adoración de Dios y al servicio del prójimo.- Otra cosa es que los que estudiamos las diferentes secularizaciones que han acometido a la Iglesia, las estudiemos con criterios histórico-políticos e histórico-jurídicos y tengamos muchas veces que juzgar severamente las crueldades, injusticias, torpezas, errores… de los poderes civiles contra la Iglesia. Pongamos el caso de ciertas desamortizaciones en la España del XIX, los ataques  discriminatorios de Bismarck contra los católicos alemanes, en el mismo siglo, o las barbaries de la Revolución Francesa contra el clero y la Iglesia de Francia, en el siglo precedente. Pero ahí también hemos de distinguir, y para eso nos sirven como de molde las palabras del actual papa, la parte justa de esas secularizaciones, que la Iglesia no hizo a tiempo, y los efectos liberadores que, pese a la injusticia en el modo de llevarse a cabo, han tenido acciones odiosas en sí y que merecen la condena de cualquier instancia independiente y simplemente humanista.