Pregón del gozo

 

Alégrense los campos,
regados por el sol
de primavera. Alégrense los trigos
fecundados por vientos
suaves de mayo. Alégrense
las amapolas rojas
de vida en melodías
de plenitud. Alégrense los pájaros
con sus trinos mejores, las cigüeñas
que solemnes ascienden a las torres
altas. Alégrense
los potros desbocados
en las verdes praderas
de sus sueños. Alégrense las aguas
que saltan en arroyos saciadores
salpicando frescura a los sedientos
y cansados. Alégrense
los montes y los valles,
la tierra fértil y y las duras rocas,
los barbechos abiertos a la lluvia,
al sol y al viento. Alégrense también
barrancos y laderas donde crecen
el tomillo, el romero,
y frecuentan su vuelo las abejas,
si el aroma provoca
algarabía. Alégrense la miel
que alimenta y la cera
que sostiene la luz
de esta vigilia, si la noche acosa
e inquieta nuestras vidas.
Esta es la luz que enciende nuestra espera
y nos devuelve la alegría. Esta es
la fiesta que sostiene
la esperanza, el deseo
de un fulgor infinito. Esta es la lámpara
que atrae nuestros pasos,
rotas ya las cadenas y ataduras,
que nos arrastra a la victoria. Esta es
la hoguera interminable
que a todos nos calienta y nos acoge
en el umbral del día que no acaba.

                                                                                                            Miguel de Santiago, Vigilia (1997)