Pertenencia y progreso

Escuchando ayer en la catedral de Pamplona, dentro del ciclo sobre la Constitución de 1812, a la historiadora navarra del derecho, Marcedes Galán, volví a vivir el eterno dilema entre la pertenencia fiel a una comunidad concreta y el deseo de libertad, igualdad fraternidad (el progreso de verdad). Toda o casi toda la historia de nuestros conflictos se entiende y se resume en ese dilema. Quienes hemos querido y queremos hacer posibles y convivibles todos esos valores, unos superiores a otros pero no contradictorios, nos extrañamos de que haya alguien que no quiera o no pueda compartirlos. Tal vez nosotros mismos nos engañamos pensando que ya los compartimos. ¿No será que la libertad, la igualdad y la fraternidad, términos abstractos de por sí, han de acomodarse autónoma pero justamente a la idiosincrasia de una sociedad concreta y que ésta ha de transformarse lo suficiente para cultivar esos tres valores superiores como lemas guías de su vida social? ¿Dónde están en esa doble exigencia los puntos claves del consenso y el disenso? ¿Dónde la pacífica y justa connivencia y convivencia de ambos?