Patriotismo y deber

Hablaba Manuel Azaña, ex presidente del Consejo, el día 25 de junio de 1934 en las Cortes sobre el grave y enconado pleito de la ley catalana de contratos de cultivos, que acabó en una descomunal crisis política, precursora del 6 de octubre de mismo año. Se enfrentaba al Gobierno del republicano radical Ricardo Samper, acusándole, desenfadadamente, de no haber sabido gestionar la crisis. Prefería no sacar a relucir el patriotismo de unos y otros, e intentaba definirlo a su manera:  Este sentimiento del patriotismo no es más que una incitación al cumplimiento del deber, un acicate para examinar el procedimiento con toda agudeza e intensidad, una mayor preocupación de la conciencia personal; pero no es un Código de doctrina ni un Código de política , en el cual están escritas las soluciones de los problemas de Gobierno. Tan patriotas pueden ser los que piensan igual que yo, como los  más opuestos a mi pensamiento. Esto hay que reconocerlo así, y yo se lo reconozco a los más encarnizados adversarios.