Oposición entre fe y ciencia

Cuando los laicistas franceses de finales del siglo XIX y comienzos del XX, habituados a la cantinela oficial de la antítesis entre ciencia y fe, se enteraban de que un Laënec, un Pasteur o un Branly habían sido o eran creyentes, y cuando leyeron  el catálogo de sabios católicos de aquel tiempo, publicado por el P. Eymieu, no salían de su asombro. Augusto Comte, Gran Sacerdote de la Religión de la Humanidad, había pontificado que no había libertad de conciencia en astronomía, en física y en química, confiado como estaba en la ley de Newton -piadoso creyente, por otra parte- y en la ley de los tres estados. Pero llegó pronto la geometría no euclidiana de Rieman, la  teoria de Einstein de un espacio y un tiempo relativos, la filosofía de Bergson, la refutación de Renan por Didon y por Braun, y Bachelard proclamaba en 1934 la desmaterialización del materialismo en su Nuevo espíritu científico.- El anticlericalismo científico se quedaba sin bases. Pero algunos siguieron hablando de la Inquisición, de la noche de San Bartolomé, de Galileo…