No una variante de la bioteología.

Según  la tradición teológica de ese pensamiento que parte de la ley natural, del que hablaba ayer, la plenitud de la bondad de Dios como meta trascendente de la vida está en armonía con las necesaidades inmanentes de los seres humanos. Dios es el futuro de los seres humanos, la meta objetiva de su esfuerzo natural por alcanzar la felicidad. Toda conducta humana, en cualquiera de sus expresiones, no se define y juzga, pues, por una serie de normas, sino por el cultivo, desarrollo y sostenimiento de una cultura que sirva o no al Dios dador de la creación y de la vida. La ley natural, así entendida, no es una variante de la bioteología; nos lleva, más bien, a la teología de la cultura, que culmina en el mundo querido por Dios. A la hora de repensar la sexualidad, como ahora se dice, reflexiones como ésta pueden ser una sincera y realista introducción.