No todo fue el comunismo

Y hablando de laicismo y laicización, me encuentro con la realidad de la República Checa. Con una capital, Praga, llena de iglesias, sólo superada por Roma. Con 10 millones de habitantes tras la separación de Eslovaquia, de los cuales un 70% no son de ninguna religión (tal vez, quién sabe, muchos tienen su Dios a su manera); el 30% restante son católicos (22%) o del resto de Iglesias (8%). Pero de esos católicos o, al menos, bautizados, sólo el 4% van a misa una vez por semana. Lo cual es poco decir, ya lo sé, afortundamente. Es verdad que durante la dominación comunista se pretendió arrasar toda religión y toda moral cristiana. Quien se atrevía, v.g., a llevar los hijos a la catequesis los condenaba a a no poder entrar en la universidad. Y cosas así. Y héroes-mártires para vivir durante muchos años de esa manera hay pocos. Paara colmo, hubo una Iglesia colaboracionista y otra subterránea. Pero ahí está la vecina Polonia, con el 95´8 % de católicos, y, mucho más cerca, Eslovaquia, su nación hermana separada sin traumas, tan ocupada como Chequia, donde el 84% se consideran creyentes y el 69% católicos practicantes. No todo, pues, fue el comunismo. No todo el mal lo hizo el comunismo-leninismo-stalinismo, con hacerlo y mucho. ¿Viene la cosa desde más lejos, desde Juan Hus, el reformador pre-luterano, condenado y quemado en el siglo XV? ¿Su orgullo de ser ateos, como forma de ser rebeldes, al decir de Juan Provecho, director de la Oficina de Información de aquella Conferencia Episcopal, procede de entonces? Chequia es el único país del Este que todavía tiene sin resolver el problema de los bienes eclesiales confiscados por el régimen comunista, aunque parece que el gobierno de centro derecha liberal y su parlamento están ahora en ello.- La República Checa: el país que tanto nos sedujo, con su primavera, su carta de los 77, su admirable Václav Havel…