Llegará un día en que…

Llegará un día en que las generaciones venideras, al asomarse a los cementerios del aborto, se estremezcan de horror –escribía hace unos días Juan Manuel de Prada-, como hoy nos estremecemos ante las matanzas que ampararon los totalitarismos de hace un siglo (sólo que para entonces las cifras del aborto serán mucho más abultadas, vertiginosas de tan abultadas); pero se estremecerán sobre todo ante la complicidad tácita de una sociedad que, dimitiendo de su humanidad, prefirió volver el rostro hacia otro lado cuando se trataba de defender la vida más inerme, que incluso aceptó el aborto como instrumento benéfico, entronizándolo en la categoría de “derecho”.