La rebelión de las hipérboles

Mi amigo, el joven poeta navarro Javier Asiain, que entró en el consejo de redacción de Río Arga en mi última etapa de director de la revista, me envía su último libro de poemas, un libro leve, donde leo versos como éstos, dedicados a Cervantes, bajo el título de esta bitácora:


Vivir en las hipérboles
para salvar la vida del naufragio
Mientras el arte añada sucesiones
Mientras la sangre impela hasta su centro
Como método de salvación en la hecatombre
Como último intento hacia la orilla
Lo que la realidad se ocupa de moldear
la alienación deforma
Es ésta la tranfiguración divina
El que tiene ojos para ver que vea
La rebelión está en las calles todavía
Productos manufacturados las conciencias
¿Guardamos la armadura en el armario
por el miedo a preferirla?

(…)

Los gigantes que nos llaman continúan agitados
El temor a girarnos hace ya mucho tiempo
que nos volvió ciegos
Ésa es la locura y no otra.

Llamen a mis buenos amigos:
el cura, el bachiller  Sansón Carrasco y maese Nicolás,
que quiero confesarme y hacer mi testamento.

Podrá acabarse el mundo
pero nunca la capacidad de asombro
Murió Cervantes
Permanecen los molinos