La gran coalición

 

       La gran coalición –die grosse Koalition-, que parece tener su precedente  sólo en Alemania, ha sido cosa habitual durante muchos años en Luxemburgo, en Holanda, en Bélgica -hoy gobierna allí una coalición de siete partidos-, ahora mismo en Grecia y parcialmente en Italia. En Suiza gobierna permanentemente un equipo de cuatro partidos. En Alemania, tras considerar un fracaso la gran coalición llevada a cabo entre 2005 y 2009, porque el SPD (Sozial-Demokratische Partei Deutchlands) perdió 11 puntos en las siguientes elecciones, esta vez el nuevo líder del partido, Peter Gabriel, hoy vicecanciller y ministro de Economía y Energía, tomó la decisión de consultar antes a su casi medio millón de afiliados el posible gobierno compartido con el partido de Ángela Merkel, que había rozado la mayoría absoluta. Los afiliados le dieron su confianza en un 76 por ciento: factor decisivo para afrontar con fuerza la negociación y conseguir algunas de las medidas más audaces, como la implantación del salario mínimo de 8´50 euros por hora, aunque con algunas excepciones. Esta ley y algunas otras de catácter social han hecho subir la valoración del líder socialdemócrata en 7 puntos con respecto al líder socialdemócrata en la coalición anterior. Posiblemente la coalición ayuda más esta vez, claro que relativamente, al SPD que a la CDU (Christliche Demockratische Union). Lo cierto es que el 50% de los alemanes aprueba la gestión de la coalición frente a un 48% de descontentos con la misma, cuando en el anterior gobierno de Merkel con los liberales, un 86% de encuestados se mostraban contentos o muy contentos con él. Mirando a  futuras elecciones, las encuestas dan al SPD un 26% de los votos -dos puntos más que en las últimas- y a la CDU el 41%, un punto menos. Pero al fin, la poderosa Alemania pudo tener pronto un gobierno fuerte; liderar la Unión Europea de la crisis; frenar el crecimiento de  los verdes, y sobre todo de los comunistas del partido Die Linke (la Izquierda), formado también por algunos socaldemócratas fugitivos del SPD; así como no dar alas a los nazis residuales y muy violentos,  que hubieran salido potenciados de un gobierno fomado por socialdemócratas, verdes y comunistas, que era la opción alternativa.