Jueves Santo: el Pan y el Vino


Es pan.

Y sabe y huele

a pan.

Y el vino sabe y huele

a vino, sin más.

Asi lo quiso Jesús

en la última cena pascual.

Dejémonos de substancias

y de toda una química ancestral.

Esto es mi cuerpo

y esto era pan.

Este es el cáliz de mi sangre

y era el vino del lugar.

Eran el pan y el vino de los pobres,

alimento elemental,

que nutría, confortaba

y unía al personal.

Signo a la vez y alimento

espiritual.

Y  ahora la acción de gracias

principal

por su vida y por su muerte,

por su victoria total,

y por querer

seguir entre nosotros

en el  vino y el pan,

partidos y  repartidos,

como él se partía y repartía

en su vida mortal,

para alegrar

la vida

de la comunidad.

Jesús era más bueno

que el pan.

Generoso

como el vino de lagar.

Pan y vino, sus palabras

de vida y de verdad;

pan y vino, sus obras admirables

hasta el final.

 

Y quien esto no entienda

no entiende

la telogía fundamental.