Indignos, indignados e indignantes

Espero que de parte de los indignados decentes haya una contundente y rápida repulsa pública y condena de todo lo sucedido en estas últimas horas en Madrid, Barcelona y otras ciudades de España. Porque, de no ser así, habría terminado en un fracaso sonoro toda la movilización de los que reclamaban la democracia real ya. De todos modos, y sea lo que sea, habrá que decir con seremidad, afecto y respeto que no hay revolución ni reforma seria sin liderazgo. Que la pureza absoluta y el esencialismo -¡nosotros somos la única, la verdadera democracia!- son más bien propios de movimientos excluyentes, prólogo de movimientos totalitarios. Y que las revoluciones o transformaciones serias llegan cuando la regeneración de la sociedad es tan motivadora al menos como la preocupación por el bienestar material perdido o no alcanzado todavía.