“Flores de Mayo”

Hace unos años, Julio Caro Baroja, humanista donde los hubiera, se lamentaba de la desaparición del “ejercicio de las Flores de Mayo”, tan bello y popular antaño, en casi todas las partes de España. Me puse entonces a mirar por Navarra y vi que sólo en unas pocas parroquias, lejanas de Pamplona, y en una de las romerías se mantenía la costumbre. “De nuevo aqui nos tienes, / purísima doncella, / más que la luna bella, / postrados a tus pies”. En mi pueblo las chicas de primera comunión, con sus vestidicos blancos, levantaban los ramos de flores hacia la imagen de la Inmaculada, cuando llegaba el estribillo: “Venid y vamos todos / con flores a porfía, / con flores a María, / que Madre nuestra es”. Bellas y entrañables formas de devoción religioso-cultural, vigentes durante siglos, van desapareciendo, si no han desaparecido ya, de nuestra vida pública y privada. Para limitarme a las formas de devoción mariana: las tres ave-marías, el ángelus, las novenas, algunas fiestas de la Virgen, las procesiones, el mes del rosario, el mes de María, las “flores de mayo”… Resiste mejor el rosario y siguen muy vivas algunas romerías, especialmente en este mes. Pero casi nunca hay devociones que reemplacen, acomoden o renueven a las decaídas o decadentes. La tradición de las “flores” venía de lejos. Ya Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (primera mitad del XIV) cantaba: “Quiero seguir /a ti, flor de las flores, / siempre dezir / cantar de tus loores; / non me partir / de te servir / mejor de las mejores”.