En Peña-Fitero y Peña del Saco (y II)

 

       Atravesamos nuevamente el pueblo y tomamos, tras pasar el puente y recordar la fiesta del Barranco, la ruta de las Huertas y de las Roscas. No hay gente a estas horas en los regadíos, donde lucen sobre todo las flores de los cerezos. Aparcamos para yantar y sestear un poco más allá de la Cueva de la Mora, a la vera de un joven olivar, cerca de Tudején, que fuimos incapaces de encontrar la última vez.

A buena hora todavía nos acercamos, con el GPS en mano, a la falda de la Peña del Saco. Escarmentados como estamos,  dudamos y titubeamos, avanzamos y retrocedemos, pero esta vez no nos vamos en dirección a Capbreton. Tenemos cerca un tractor trabajando en una viña, pero esperamos no tener que acudir a él. ¿Le sonará al tractorista la Peña del Saco? Estamos quizás en término de La Rioja, aunque el castro protohistórico está fuera de todo perímetro excluyente, incluso en tiempo de pandemia.

Descubrió el yacimientoen en 1927 el arqueólogo Juan Cabré, que se hospedaba en los aledaños Baños de Fitero, y lo estudió el insigne Blas Taracena en 1941. El  poblado apareció muy arruinado por la erosión que presentaba  todo el monte, pero la excavación mostró que el antiguo poblado había perecido en un incendio antes de ser abandonado por sus habitantes. Hoy sabemos que fueron dos. Pero antes examinó el primer y antiquísimo poblamiento pre-celtíbero, que en una de sus fases sufrió el primer incendio. El hecho de que los materiales quedaran aplastados en el suelo de las viviendas, hizo que la excavación sacara a la luz muchas cerámicas antiguas: vasijas toscas, negruzcas, fabricadas a mano.

Sólo veinte años más tarde, 1961-1962, reemprendió los trabajos otro gran arqueólogo español, Juan Maluquer de Motes, que dio también  cuenta de sus hallazgos y puso las cosas en claro. En resumen: Podemos decir que los primeros pobladores, pre-celtíberos, a finales de la Edad de Bronce y comienzos de la del Hierro, fueron pastores de ovejas, que utilizaban también la caza de jabalíes como medio de vida y vivían en chozas de palos y barro. Debieron de ser los primeros pobladores de Fitero. En cierta fase de la Primera Edad de Hierro a ese primer poblado le siguió otro de naturaleza muy semejante, pero más regular. Este segundo poblado pereció, como queda dicho, en un violento incendio. A partir de ese momento -¿hacia el siglo IV?- hubo un importante cambio de estructura y probablemente también de población asentada, tal vez la conquistadora del viejo poblado. Las paredes  de las viviendas, rectangulares, de tamaño pequeño y adosadas unas a otras, eran de piedra y los suelos, empedrados, con cerámicas  fabricadas a torno, importadas de centros alfareros celtibéricos, correspondientes a la segunda Edad del Hierro. A esta fase parece responder el enterramiento infantil, debajo del pavimento de una de las viviendas, costumbre celtíbera, como vimos ayer. Este poblado tuvo una intensa actividad metalúrgica, ya que en la ladera del mismo apareció una gran cantidad de escoria, análoga a la de cualquier otro yacimiento de esa época y de esa etnia.

Este segun poblado, plenamente celtibérico, fue incendiado y arrasado, como documentó muy bien Taracena, en un tiempo que él creyó posterior a la destrucción de Numancia, el año 133 a. C. Y no volvió a ocuparse más.

La subida nos ha sido fácil. De vez en cuando aparece una senda más o menos clara, pero, en general, nos hemos abierto fácil paso entre las matas de romero, ya florecido, tomillos, algún enebro y algunos escambrones. Toda la Peña mira a levante; más aún, parece un fortín con varios salientes rocosos que apuntan, como cañones naturales, en esa direción; pareciera que defienden algún poblamiento. Mirador excelente, por parte navarra, sobre los Baños, que fueron también romanos; los olivares y las huertas de Fitero, con la villa cerrando el corredor del Alhama, y hacia la cadena de montañas -¡otro día, te alcanzaremos, Tudején!- y las inconfundibles Roscas fiteranas. Y por parte riojana, mirador sobre la compacta aldea de Ventas de Cervera  o Ventas del Baño; sobre el cauce tranquilo y trasparente del mismo río, al que acaba de animar su afluente el Linares, en un espacio privilegiado, que es reserva de la Biosfera desde 2003.

Por el camino de las Huertas encontramos ahora varios senderistas jóvenes Algunos huertanos arreglan los caballones de las esparragueras, que son aquí un cultivo mayoritario. Unas personas mayores platican sentadas en otra huerta. Y varias familias van  o vienen de paseo. Parece que ya llegó la primavera.