El voto de la mujer

Fue el miércoles, día 30 de septiembre de 1931. Se debatía y votaba el artículo 34 del proyecto de Constitución. Nada menos que un federal soriano y seis radicales lerrouxistas presentaron un voto particular pidiendo la mayoría de edad para los varones a los 23 años y para las mujeres a los 45, ¡queriendo hacer coincidir “la .edad crítica” con la mayoría de edad de la mujer! La cámara no tomó en consideración tal disparate, que parecía una broma de mal gusto. Una buena parte de la izquierda quería dejar para más tarde el derecho al sufragio activo femenino. Y algunos de ellos concedérselo en una próxima ley electoral “para negarle al día siguiente, si la mujer vota con los curas y con la reacción“. Buenos liberales y demócratas, como se ve. La diputada radical lerrouxista Clara Campoamor Rodríguez, diputada por Madrid provincia, una de las contadas mujeres en el Congreso y una excepción feminista en su grupo, no tuvo pelos en la lengua: “Nos habéis dicho que el sexo no es un privilegio, pues bien, señores diputados, al votar una Constitución democrática, después de haber afirmado que todos los españoles son iguales, que no hay privilegio de sexo, ¿os atrevéis ahora a que vaya este problema a otras Cortes más decididas que las vuestras? Hacedlo, pero habréis echado en el hemiciclo, en jirones y destrozadas, la lógica y la equidad“. El artículo 34 que declaraba los mismos derechos electorales a los ciudadanos de un y otro sexo mayores de 23 años, fue aprobado por 161 votos a favor: la Campoamor, socialistas, federales, progresistas, vasco-navarros, agrarios, agrupación al servicio de la República y republicanos catalanes de izquierda. Votaron en contra algunos diputados sueltos de la minoría agraria, los radicales lerrouxistas (con la excepción de Campoamor), acción republicana y los radicales socialistas, con algunas excepciones también.