“El Mesías”

Pocas veces el teatro Gayarre se ha roto en aplausos, como esta noche, ante la orquesta barroca europea, dirigida por el célebre director y músico Paul Dombrecht, y el coro de Cámara del Palau de la Música Catalana, interpretando el más conocido y triunfal oratorio de Händel, compuesto en 24 días. Aunque me hubiera bastado, desde mi sentido litúrgico de los tiempos, que se hubieran limitado a la primera parte (sobre Adviento y la Navidad), lo cierto es que, como se hace ya en casi todas partes, la interpretación completa en estas fechas  tiene la ventaja de celebrar el entero sentido cristiano de los diferentes episodios de la vida de Jesús y su exégesis a través de los textos del Antiguo y Nuevo Testamento. Me hubiera levantado yo también, como el rey Jorge II y todos los británicos hasta hoy, no sólo durante el coro del Hallelujah, sino en muchos otros momentos, porque mi espíritu, y el de los demás oyentes sin duda, estaba más alto aún que los textos que aparecían delante de nosotros en el frontal del teatro, aunque les faltara añadir la fuente bíblica correspondiente. Tantas veces y en tantos sitios escuchado, he ido cantando el oratorio para mis adentros, del principio al fin, emocionado, estremecido, transformado. Lo mismo la cantinela lírica primera, con letra de Isaías Confort ye, my people; el aria And He shall purify, del profeta Malaquías; el recitativo Behold, a virgin shall conceive…, que los exultantes coros finales navideños For unto us a child is born y el Glory to God. El concierto de esta noche me ha revivido, potenciado y ahondado todas las entrañables navidades de mi vida.