El Jesús histórico y la teología

 

          En septiembre tengo que entrar a comentar el último libro del filósofo español Javier Gomá (Bilbao, 1965), director desde 2003 de la Fundación Juan March, y autor de libros muy influyentes. Pero antes quiero comentar brevemente algunas de sus reflexiones publicadas hace unos meses en El Ciervo, en una apsionante conversación con Carlos Eymar.  Gomá piensa que la Iglesia católica ha llegado tarde y mal a las investigaciones sobre el Jesús histórico -cuyo descubrimiento, reconoce el autor, un día le deslumbró-, lo que ha  permitido que esas investigaciones caigan en manos de personas que tienen prejuicios contra la Iglesia e incluso contra lo religioso. No estoy muy de acuerdo con ello, al menos en cuanto a los últimos decenios, quizás porque la mayoría de los investigadores acerca del Jesús histórico que yo he leído son protestantes y católicos de primera categoría: baste citar a  exégetas católicos norteamericanos, verdaderos números uno, como Raymond E. Brown  o John P. Meier. Gomá llega a hablar hasta de abdicación de la Iglesia católica de implicarse en esas investigaciones, por considerarlas contrarias a unos dogmas que son premedievales, cuyas definiciones obedecen a  la veracidad de la época en que fueron definidas, dentro de ese miedo profundo a la modernidad, porque veía que se le tambaleaba el trono. ¡Demasiado rápido! El autor de Tetralogía de la ejemplaridad, que afirma poco antes que sin teología – y pone el ejemplo del mismo Nietzsche-, sin una vecindad con lo religioso, la filosofía queda privada de fuerza y potencia, repasa la obra de teólogos eminentes del siglo XX, como Von Balthasar y Rahner, y llega a la conclusión, creo que acertada, de que en teología ya no se puede ignorar ni soslayar los resultados de la investigación sobre el Jesús histórico: No es que  el Jesús histórico  te pueda llevar a abandonar tus convicciones ni a declarar caducado todo lo anterior, no. Pero es verdad que después de las investigciones sobre el Jesús histórico, gran parte de la llamda teología especulativa se nos antoja ahora como un juego mental, un juego lógico de las ideas consigo mismas, sin contraste con aquellas investigaciones.