El dinero, dios celoso

En estos días, en que, ademas de fútbol, todo el mundo habla en el mundo sobre la crisis económico-financiera, me toca estudiar el famoso texto de Carlos Marx en Zur Judenfrage (La cuestión judía), donde el filósofo alemán habla no sólo del dinero de su pueblo judío, sino del dinero de todos los que le adoran como dios de la necesidad práctica y del interés personal. Hasta los más consevadores exégetas de Marx ha recordado, leyendo estos párrafos, a los profetas del Antiguo Testamento, cuando fustigaban el culto de los ídolos: El dinero es el Dios celoso de Israel, ante el cual ningún otro dios tiene derecho a subsistir. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y los transforma en una mercancía. El dinero es el valor universal, constituido por sí mismo, de todas las cosas. Ha despojado, pues, al mundo entero, al mundo del hombre lo mismo que a la naturaleza, de su propio valor. El dinero es para el hombre la esencia alienada de su trabajo y de su existencia, y esta esencia extraña domina al hombre y el hombre la adora. El Dios de los judíos se ha secularizado y se ha convertido en el dios del mundo. La operación comercial es el dios real del judío. Su dios no es más que el dinero  en forma de ilusión (illusorisch). Y más adelante: El dinero es la esencia omnipotente (allmächtiges Wesen); la riqueza alienada de la humanidad (das entäusserte Vermögen der Menchsheit); el poder divino del tener, que crece despojando al ser.