El “brindis por San Agustín”

Con su habitual ignorancia de las cosas eclesiales, no sólo eclesiásticas, un diario nacional titulaba las palabras de la vicepresidenta del Gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, como brindis por San Agustín. No. Tras la imposición del birrete cardenalicio por el papa a tres eclesiásticos españoles en la basílica vaticana, se celebró una solemne recepción en la embajada española ante la Santa Sede, presentes los nuevos cardenales, una nutrida representación de los obispos españoles y nada menos que  el secretario de Estado, Mons. Bertone, con quien De la Vega se había reunido antes en el Vaticano. En unas breves y muy amables palabras, la vicepresidenta española, haciendo resaltar, acaso con una pizca de exceso, el respeto y la libertad existentes en las buenas relaciones actuales entre el Estado y la Iglesia en España, trajo a colación aquellas célebres palabras de San Agustín cuando trataba sobre la unidad de la Iglesia: “In necesariis, unitas; in dubiis, libertas; in omnibus caritas”.”Estos tres conceptos –añadió- se hacen verdad esta noche”. El nuevo cardenal de Valencia contestó con otro breve discurso, un tanto dogmático, como suele ser habitual en cierta clase de prelados, y que se da por sabido, sin que apareciera el deseo de corresponder a la inteligente intervención de la política socialista. Yo vi esa tarde, tanto en la concurrida recepeción como en el discurso de la vicepresidenta, la mano hábil y gallega del embajador Francisco Vázquez, el famoso ex alcalde de La Coruña, a quien  debemos mucha de la mejoría de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en nuestro país, de unos meses para acá. Una realidad, de la que debemos alegrarnos, y que ya ha tenido su influencia en la redacción del próximo programa electoral del PSOE.