Dialéctica política

Recogían anteayer todos los medios informativos las declaraciones de un Urkullu, vencedor en la lid presupuestaria, de que el Estatuto no es la estación de termino del peneuvismo, pero añadiendo a rengón seguido que no hay estación de término, dejando todo a la voluntad del pueblo vasco. Ingenioso ardid. En el reciente Alderdi Eguna, o Día del Partido, el presidente jeltzale,  volvía frente a sus leales a la capacidad de decidir su futuro, que tantos quebrantos le dio a Ibarretxe, pero la enmarcaba en un marco realista: Tenemos la capacidad de decidir y la vamos a ejercer, primando la actuación responsable según el estilo de política leal con Euskadi. Que es decir mucho y a la vez nada. Y ésta es la clave del éxito del PNV en su historia. Su fundador, Sabino Arana Goiri, pasó del carlismo generoso al independentismo extremoso y de éste a fundar la Liga de Vascos Españolista. Españolista, quería decir ya en tiempos de Sabino no independentista.Toda la vida de su fundador está a la vez en su partido centenario: el fuerismo (derechos históricos), herencia del carlismo; el independentismo, y el Estatuto de Guernica.  Españolistas los llaman a cada paso los actuales miembros del Polo Independentista, donde ahora anda agónicamente EA, su última escisión. Nunca mejor puede hablarse de dialéctica histórica como en este caso. De dialéctica, que destruye las aparentes contradicciones, superándolas y recreándolas a  cada paso. Y vuelta a empezar.