Decepción y tristeza

Mi creu de Sant Jordi (cruz de San Jorge) gimió metálicamente durante toda la jornada dentro de la bolsita  de tercioipelo rojo en que me la dieron y en la que la guardo. Y la decepción y la tristeza se apoderaron de mí durante muchas horas. Ni el presidente Pujol, que me la entregó -y con quien cené después, en compañía, entre otros, de Camilo José Cela- era entonces independentista ni lo era su Gobierno. No he querido escribir nada en los periódicos hasta mucho más adelante, cuando algo se clarifique y predominen  las  reacciones  sensatas, por doloridas que sean, en medio de otras tan insensatas. Me parece todo tan negativo, pero, más aún, tan injusto, tan cruel… No quiero aceptarlo. Y por eso  -también la esperanza nace a menudo del sinsentido- espero que no sea así.