“Creo en Dios pero no en la Iglesia”

Con este título encabezaba hace unos días un diario nacional un comentario ligero sobre la investidura de doctor honoris causa del teólogo católico Hans Küng por la UNED, el dia de Santo Tomás. He sido y soy un miembro fiel de la Iglesia –dijo el laureado teólogo suizo-. Creo en Dios y en su Cristo, pero no creo en la Iglesia. Rechazo toda equiparación de la Iglesia con Dios, todo infatuado triunfalismo y todo egoísta confesionalismo. Hasta aqui cualquier cristiano que se precie puede coincidir. ¡Comparar a la Iglesia con Dios! ¡Qué gran herejía! Perito del Vaticano II, Küng cree naturalmente que la Iglesia es el Pueblo de Dios allí descrito y no le niega su carácter de una, santa, católica y apostólica. Pero él distingue bien el clásico creer en, creer a  y creer que. Otra cosa muy distinta es, como dice en su libro Lo que yo creo, que los papas posconciliares y su aparato curial hayan traicionado el concilio reformista y hayan puesto de nuevo en pie, a fin de bloquear cualquier reforma, el sistemas romano, antireformado y antimoderno, propio de la Edad Media, con un colegio episcopal por entero demesticado. Lo que, dada la generalidad de los términos -generalizar es errar casi siempre-, habría que examinar adecuadamente en cada una de sus concreciones.