Cínicos

            Los cínicos antiguos, los de verdad, eran mucho mejores moralmente que los que hoy llamamos cínicos. Hoy llamamos cínicos a los que, lejos de cultivar la verdad, cultivan la mentira y el engaño, pero se sirven de la verdad cuando les conviene. Es una degeneración.

Esto acaba de ocurrir estos días en el País Vasco, donde, con ocasión de las elecciones autonómicas, los que hasta ahora blanqueaban a BILDU-SORTU, partido heredero de ETA-Batasuna, lo llamaban legal y hasta democrático, y pactaban guapamente con él, se han puesto a descalificarlo y hasta a insultarlo, solo porque su candidato no ha querido llamar a ETA banda terrorista, sino solo grupo armado. Como si eso fuera una novedad. Pero es que ahora les interesa, por meros motivos electorales, tenerlo como maldito, como enemigo, hasta después de los resultados, donde volverán a llamarlo democrático y hasta progresista, para volver a pactar como hasta ahora. El caso más llamativo es el del ministro de Obras Públicas, el impresentable Oscar Puente, que, habiendo, hace unas semanas, celebrado sin complejos, y sin ninguna dificultad, que el PSOE entregara el ayuntamiento de Pamplona a un partido progresista y democrático, hoy mismo decía todo lo contrario y tenía la desfachatez de acusarle de falta de ética y democracia. Algo parecido decía la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y lo repetirán muchos como papagayos. Todo, por seguir la voluntad soberana del presidente Sánchez, que necesita de BILDU-SORTU para seguir en la Moncloa.
¡Cínicos, es decir, degenerados!