Ciencia y conciencia ante el aborto

El jesuita español Juan Masiá Clavel, profesor de bioética en la unversidad católica, Sophia, de Tokio, parece querer resumir muchos de sus trabajos anteriores en un artículo reciente publicado en EP, bajo el título Ley, ciencia y conciencia ante el aborto:

– No confundir límites legales con fases del proceso biológico.

-No confundir despenalización legal con justificación moral.

– No entender la embriología de modo mecanicista.

No confundir la interrupción del embarazo por malformaciones y la discriminación de personas discapacitadas.

– No mezclar sin matices las perspectivas jurídicas, morales y religiosas.

El sabio bioético murciano afirma que las leyes delimitan un área protectora de los bienes jurídicos en cuestión, pero no la sancionam moralmente. Que ni las leyes penalizan cuanto está mal, ni la despenalización de algo lo sanciona como bueno. Que no constituir delito no significa estar moralmente justificado, porque no hay responsabilidad moral, en el foro interno, ante la ley, sino ante la conciencia. Hasta aqui, todo parece bastante fácil de entender y hasta de aprobar.

El biólogo sabe y afirma luego que la concepción no es un proceso mecánico: más de 20 horas para la fecundación y dos semanas hasta completasrse la anidación del preembrión. Que no se puede considerar al feto mera parte del cuerpo materno, ni realidad parásita. Y que la interacción embrio-materna de la tercera a la octava semana es decisiva para la constitución de la vida naciente. Que las circuntancias excepcionales deberán ser sopesasdas seriamente y tendrán menos peso al aproximarse el umbral de la novena semana de gestación. Y que mejor que hablar de vida en general ,habrá que distinguir entre materia vida de la especie humana (el blastocito antes de la anidación) y una vida humana individual (el feto más allá de la octava semana).

No se debe hablar de malformaciones en general: un estrechamiento del conducto exofágico, pongamos por caso, con un feto que carece del mínimo neurálgico-estructural como soporte para formar una persona: su aborto no es comparable con matar a un ser humano, ni se puede acusar de antivida a quienes optaron por una mal menor en situación de conflicto, ni es necesariamene provida la postura que impone por motivaciones ideológicas la opicón contraria. Ante el caso de fetos con patología grave incurable, sólo con solución paliativa, Masiá recurre al testiminio de otro jesuita biólogo y moralista, Francesc Abel, quien afirmaba (Instituto Borja de Bioética, 2001) que, aunque objetivamente cueste asentir, debemos respetar a los progenitores que se encuentran en esa situación y solicitan interrumpir la gestación. En el caso de que  se evite discriminar por discapacidad, la sociedad deberá fomentar el apoyo a la dependencia en todas las fases de la vida. Otra cosa sería, y tenemos la contradicción muy cercana, el colmo del cinismo. (Esta línea última es de mi absoluta responsabilidad. VMA)

Ni unos ni otros deben confundir pecado con delito. Y aqui Masiá llega a conclusiones que muchos no aceptarán porque creerán una extralimitación del moralista: como el que un diputado creyente pueda mantener su convicción en favor de la vida naciente , y apoye a la vez una legislación que despenalice en determinados supuestos las opciones de la madre o de los padres, sin confundir el ámbito de lo penal con el de lo moral y religioso. O que su obispo no debe imponerle, en nombre de la  moral o de la religión, lo que debe votar.

El jesuita hispano-japonés termina con el relato de lamujer adúltera (Juan, 8) acusada por los que trataban su pecado como delito. Conocemos bien la actuación del Maestro.

PD. Me parece útil recalcar que el bioético Masiá Clavel no habla en términos estrictamente políticos, ni en términos pastorales, ni siquiera en términos pedagógicos. Todo lo cual habrá que tener en cuenta, en un caso u otro, a la hora de aprovechar bien lo mucho que aqui se dice.