No puedo explicarme la permanente tolerancia de las potencias occidentales para con Israel en el caso de los asentamientos en Cisjordania y en Jerusalén Este: ya son 200, todos ellos un manifiesta violación de las leyes intrnacionales. Así que me alegro cuando, como ahora el Consejo Mundial de las Iglesias (CMI) -que estrena nuevo secretario general con el noruego Olav Fykse-, los califica de ilegales, injustos, incompatibles con la paz y antiéticos a los intereses ilegítimos del Estado e Israel, que ponen en peligro el futuro de la ciudad santa. Sólo en una cosa estoy en desacuerdo: cuando piden a Israel su desmantelamiento. Yo prefiero que se guarden lo mejor conserrvados que se pueda para el día que los ocupen los palestinos a la hora de inaugurar su Estado y las buenas relaciones con el Estado vecino.