Alianza de Civilizaciones

No hay día en que no aparezca tan sonoro sintagma, para exaltarlo unos, para befarlo otros. Cuando lo oí por primera vez como lema político-cultural, no le hice ascos, ni mucho menos, pero dudé de que se entendiera bien el significado de civilizaciones, un término muy peliagudo. Me puse a mirar en la red de redes interminable y cuál fue mi sorpresa, y mi vergüenza de ignorante, al ver que desde comienzos de siglo el tema-lema Diálogo de Civilizaciones, propuesto por el ex presidente de la República Islámica de Irán, había rodado durante años por todo el mundo, auspiciado, apoyado, propagado y financiado por la ONU, la UNESCO y otras altísimas instituciones internacionales, en forma de congresos, convenciones, semanas, seminarios, encuentros, etc. Y no digo que en los centenares de páginas que me entraron por los ojos no encontré cosas de fuste y reflexiones de enjundia, pero en medio, como me temía, de una gran confusión incluso terminológica, donde civilización es unas veces cultura, o casi siempre, otras religión, otras usos y costumbres, lenguas, y así. Por otra parte, de realizaciones o, al menos. proyectos en marcha, como fruto de todo el movimiento anterior, no recuerdo nada, la verdad. Así que vi meridianamente claro que la Alianza continúa al Diálogo, en circunstancias internacionales todavía peores, como es patente, y con mucha menos confianza, y no digamos entusiasmo, vista la reciente y pobre presentación de la iniciativa en Madrid. Pero, si algo bueno nos trae en el futuro y supera el fracaso de los años anteriores, no me dolerán prendas en reconocerlo y en elogiarlo. Después de todo, eso de Civilizaciones es una realidad muy grande y compleja, y lo de Alianza no digamos.