¡Al infierno!

Fue nada menos que en viernes santo, el día del silencio contemplativo de la cruz, símbolo del amor y de la entrega hasta la muerte, cuando el obispo de Madrid-Alcalá, en la Alcalá de Henares renacentista y erasmista, mandaba al infierno a mujeres que abortan, jóvenes que beben los fines de semana, homesexuales que frecuentan bares de alterne…Y nada menos que desde la televisión pública. ¡Y algunos celantes nos piden, además, que defendamos al obispo por decir las verdades del barquero! Ya dijo el clásico que “donde faltan las ideas se  tiende a poner palabras”. Palabras fuera de lugar, nada evangalizadoras, que poco tienen que ver con las palabras de Jesús en la cruz, la tarde del día de “la preparación de la Pascua”.- Y junto esta mala noticia ha corrido, estos días pascuales, una noticia algo anterior, la corrección pública desde la comisión espicopal española de la Doctrina de la Fe, al teólogo gallego Andrés Torres Queiruga, un teólogo enorme, el teólogo español-gallego que más escribe en la revista de teología más vendida y leida en el mundo, Concilium, que yo leo desde el primer número y es un tesoro de mi biblioteca. ¡Por los clavos de Cristo!, a estas alturas de la teología y de la historia, ¿no se pueden arreglar estas cosas en diálogos fraternales, con la ayuda de quien sea, y no echando bando de escándalo por la ventana, dando carnaza a diarios anticlericales, envenenando todavía más las relaciones fieles-jerarquía y haciendo sufrir a quienes han dedicado toda su vida, con todos los riesgos que comporta, a la ilustración de la misma Iglesia?