Ajedrez de Carlomagno

 

       Tan presente está el rey Carlos en Roncesvalles, que hasta un relicario del siglo XIV, en forma de damero, conservado en el  Museo de la Colegiata, se llama Ajedrez de Carlomagno.

Pinturas, esculturas, arquetas, cálices, coronas, una evangeliario del siglo XIII, relicarios diversos y otras preciosidades componen la  riqueza del Mueseo.

El relicario gótico que aqui contemplamos procede de la ciudad de Montpelier, donde Roncesvalles  tenía una de sus muchas encomiendas.

Sobre un alma de madera, forrado de lámimas de plata, los rectángulos esmaltados alternan con otros de vidrio, donde se contienen las reliquias. Las placas de esmalte traslúcido, que ocupan  también los cuatro bordes del tablero, representan el misterio de la Redención y el Juicio Final en torno al Cristo Majestad. Todo en transparentes colores azules, rosados, verdes, morados, anaranjados y amarillos.

Con un ajedrez así de valioso, sólo que ajedrez de verdad y más antiguo debía de entretenerse en Valcarlos el futuro emperador de la barba florida, en compañía del traidor Ganelón, mientras aguardaba en vano el regreso de su fiel Roldán.