Adviento. 3

    Se ha hecho tiempo y espacio.
No podemos dejar en la penumbra
el espacio, que Newton celebrara
como cuerpo de Dios.
El adviento perdura y fructifica:
en su ámbito somos y vivimos,
amamos y esperamos.
El cuerpo del que vino es el eje del mundo,
el lugar de la gracia y del encuentro.
Él bendice lo que estaba maldito,
vivifica lo que estaba ya muerto.
Él alegra el paisaje:
                         no hay paisaje sin él.
Si en su tiempo vivimos,
de su espacio a la vez participamos:
coetáneos, también coespacianos
del adviento de Dios.