Archivo por meses: abril 2015

Campos de colza

 

         Nadie diría que una planta resultante de la hibridación natural de una col y un nabo pudiera dar esa viva encarnadura casi gualda, que interrumpe galantemente el monótono perfil verde-verdusco de los campos navarros de la Baja Montaña y Zona media en los meses de abril y mayo.

En los primeros ochenta comenzó a cultivarse tímidamente en Obanos y en la Valdorba, en su variedad de primavera.

La producción de colza, rica en aceite y proteína, adaptable a la mayoría de los suelos, no ha hecho más que crecer en toda la Cuenca de Pamplona, en Tierra Estella y en toda la Ribera Alta.

Más limitado es el cultivo de girsaol, variedad pipa negra, destinada a la producción de aceite en el mismo espacio navarro; cultivo alternativo para romper el ciclo del cereal y mejorar los terrenos. Cabecitas y cabezotas locas en torno al sol, que las dora primero y las abrasa después. Encendidos relojes de las muñecas del viento, que marcan al revés la hora solar.

Me quedo mirando esas sernas recién aparecidas, luminosas, esplendentes, erguidas, coquetas, rozagantes, en las que el cielo azul, el blanco níveo de los cúmulos y el casi gualda de la colza pintan una bandera natural que simboliza la pacífica y ubérrima patria de abril y mayo.

Pasión y Resurrección

 

           La idea obsesiva de que la Biblia es un libro formal de historia, y la ignorancia de los métodos crítico-históricos han hecho estragos en la cristiandad, especialmente católica, que se olvidó de una catequesis apropiada del pueblo a medida que los nuevos conocimientos bíblicos iban llegando a ciertas universidades. Lo veo en estos días pospascuales, cuando se leen en la liturgia los relatos evangélicos, simbólicos, parabólicos y midrásicos, que se siguen leyendo y explicando como si fueran hechos de la vida cotidiana. Como se sigue explicando la Pasión de Cristo, unida irreversiblemente a la Resurrección, como algo fatídico o querido por Dios, un Dios vengativo y cruel, eternamente enojado, necesitado de descargar sobre alguien su ira y su furor, que “entregó a su Hijo a la muerte”, entendido de manera literal, y así quedó vindicado y sereno, aplacado. No y mil veces, no. Jesús no fue entregado por Dios, ni “se entregó a la muerte”, como se explican mal ciertos textos litúrgicos y paralitúrgicos. Ni a la muerte ni a ninguno de sus suplicios. Los rehuyó cuanto pudo. Y los afrontó, cuando se los impusieron sus enemigos mortales, eso sí, valientemente, como parte de su compromiso radical con Dios y con los hombres. Pero ni los deseó jamás, ni, como un piscópata, se entregó a ellos. Primero de los mártires-testigos, murió, ejecutado, asesinado por la autoridad romana en Palestina y el sanedrín de los sacerdotes, los ancianos y herodianos, responsables primeros de su muerte, que, por cierto, pocas veces aparecen como tales. ¿Qué diríamos hoy si los miles de martirios cristianos los achacáramos a Dios, al azar, a la propia voluntad de los mártires, o a la responsabilidad de todos los cristianos y aun de todos los hombres?

Pilar Cañada con chal

 

         En el Bellas Artes de Bilbaao luce, estas semanas, “El esplendor de Córdoba” en sus museos y coleccciones, desde el estupendo retrato de La reina Isabel de Valois, de Juan Pantoja de la Cruz, a serigrafías y litografías de Picasso, Miró, Tapies, Saura o Arroyo. Yendo de cuadro en cuadro, me detengo en la sección de la Neofiguración clasicista, en un cuadro de un pintor cordobés, Pedro Bueno Villarejo (Vllar del Río, 1910), a quien vi por vez primera en el Artium de Vitoria, y que acaba de fallecer hace unos meses. El cuadro se titula Pilar Cañada con chal (1957) y es un óleo sobre lienzo, perteneciente a una colección de la Diputación de Córdoba. Un fondo gris azulenco. Una silla baja que acoge  la figura escultural de un joven mujer sentada, cabeza breve, faz ovalada, ojos verdes, cejas, nariz y boca correctas sobre el esbelto pilar de su cuello, desnudo su primer entorno respetadopor un un chal blanco, que a ssu vez blanquea e ilumina todo el retrato. Una mirada serena sobre un horizonte cercano, contemplativa y complaciente. El chal estiliza y vela a la vez el delgado busto de la mujer, sobre un vestido largo y vivamente estampado, los brazos desnudos, sin un solo adorno, y las manos extendidas, los dedos suvamente enlazados,  sobre las rodillas invisibles. Un cuadro clásico y moderno a la vez, que une equilibradamente la tradiciñon del retrato clásico y la figuración contemporánea, que recupera algunos de los recursos de las vanguardias del siglo XX. Un foco de belleza. Una atracción del arte. Esplendor de Córdoba, Esplendor de la pintura.

“… escrivir las mercedes que el Señor me ha hecho”

 

“…aunque con verdad puedo decir que he sentido más en escrivir las mercedes que el Señor me ha hecho que las ofensas que yo a Su Majestad. Yo he hecho lo que vuestra merced me mandó en alargarme, a condición que vuestra merced haga lo que me prometió en romper lo que mal le pareciere. No havía acabado de leerlo después de escrito cuando vuestra merced envía por él. (…)  Suplico a vuestra merced lo enmiende y mande trasladar -si se ha de llevar al papdre maestro Avila- porque podría ser  conocer alguien la letra. Yo deseo harto se dé orden en cómo lo vea, pues con ese intento lo comencé a escrivir; porque, como a él le parezca voy por buen camino quedaré muy consolada, que ya no me queda más hacer lo que es en mí.  (…) Acabóse este libro en junio, año de 1562″.

( Santa Teresa de Jesús, Epistolario, carta 6. Al P. Domingo Báñez, Alcalá, finales febrero 1568, le envía el libro de la Vida)

Últimos aforismos

 

– ¿Cuál es el antónimo del voto en conciencia? El voto in-conciente?

– Declara ante el juez un ex presidente de la Junta de Andalucía y dice que que allí no hubo un gran plan [de corrupción], pero sí un gran fraude. ¡Criatura! No puede haber un gran fraude, y más, si es continuado, si no hay un gran plan.

– Cuando se calzaron todos los frailes descalzos de las distintas Órdenes religiosas, subió mucho el precio medio del calzado.

– Los parlamentarios cobran por votar lo que manda el partido correspondiente, y pagan, y la pagan, cuando hacen lo contrario.

 

Shato du-Sayfo: el año de la espada

 

         750.000 cristianos asirios murieron durante las matanzas y deportaciones del Año de la Espada (1915)  y posteriores, perpetradas por el Imperio Otomano. La iglesia caldea perdió a dos tercios de sus fieles. Al cumplirse un siglo de la barbarie, estos mártires han sido protagonistas, este último viernes de la Octava de Pascua, del Viernes de los mártires y confesores, celebrado por vez primera, por iniciativa del Sínodo caldeo. Su testimonio da fuerza a los cristianos que siguen, tanto en Siria como en Irak, bajo la espada del terrorismo yihadista. Era el 15 de julio de 1915. En Midyat (actual Turquía) cien cristianos fueron sacados de la ciudad, camino de la muerte. Iban cantando, con las cabezas bien altas. Esposas, familiares y amigos se juntaron en los tejados para verlos pasar. De repente, se oyó el kileli, una especie de alarido agudo que producen las mujeres asirias desde el fondo de la garganta de los siglos en tiempos de gran exultación. Celebraban que sus maridos iban a dar la vida por la fe. Fueron los genocidios asirio y griego hermanos pequeños del armenio, que este año también se conmemora. siempre en medio de la polémica, al negarse de nuevo Turquía a reconocer tales genocidios. Los cristianos de toda la zona fueron víctimas de una campaña general de los nacionalistas exacerbados turcos para limpiar Anatolia de su población no turca y no musulmana. Entre 1914 y 1925 murieron 750.000 asirios del sureste de la actual Turquía y del norte de Siria e Iraq: entre ellos, dos patriarcas, tres metropolitas y 13 obispos de varias iglesias; 21 diócesis dejaron de existir, y la Iglesia asiria del Oriente desapareció de Turquia. Los obispos ortodoxos han sido beatificados y los católicos están en proceso de serlo. Los gobernantes otomanos aprovecharon la Primera Guerra Mundial para desencadenar el Shato du-Sayfo, con el pretexto de que los cristianos colaboraban con Rusia. Los jóvenes y los adultos eran asesinados, mientras los ancianos, mujeres y niños eran deportados: obligados por el ejército y la policía a largos trayectos a pie, la mayoría moría por la dureza del viaje, o a manos de las milicias otomanas, y de los kurdos, cómplices entonces en el extermino de los cristianos por sus enemigos los turcos. Por la noche, los milicianos buscaban las mujeres más guapas; después de abusar de ellas, se las dejabam a los kurdos, que hacían lo mismo, y las mataban.- El islamismo yihadista del nuevo Califato está ahora mismo repitiendo aquella barbarie en Siria e Iraq.

El Cerco de Artajona

 

 

          De los recintos amurallados de la villas, llamados Cercos, reforzados de tramo en tramo por cubos de piedra (Puente la Reina, Torralba, Olite, Viana, Sangüesa, Laguardia, Aguilar de Codés…), el de Artajona es el el más relevante. Está montado sobre un cerro, poblado ya en tiempos protohistóricos, y, posteriormente, por los romanos.

El Cerco de Artajona es nuestra pequeña y modesta Ávila navarra.

Los canónigos de Saint-Sernin, de Tolosa de Francia, a los que el obispo francés de Pamplona, Pedro de Rodez, donó la iglesia local (1084), comenzaron y acabaron el perímetro fortificado. Jalonado por catorce torreones, sobre los cuales gallea la torre prismática de la iglesia de san Saturnino con cuatro gárgolas en las esquinas.

Iglesia-fortaleza, a la manera de las del Midi francés, que sustituye a la románica de finales del siglo XI, es a la vez una joya de la arquitectura y pintura góticas.

No ha de sorprendernos que de esta famosa capital del efímero Reino de Artajona (Olite, Miranda, Larraga y Cebror), después plaza fuerte agramontesa, saliera un buen día el legendario cruzado Saturnino Lasterra,  y que de manos del mismísimo caudillo franco, Godofredo de Buillon, recibiera en 1099, por sus serrvicios en la abominable conquista de la ciudad santa, la imagen de Nuestra Señora de Jerusalén (obra excepcional del románico de comienzos del XIII), ¡labrada, según la leyenda popular, por Nicodemo y pintada por san Lucas, nada menos!

Salvada de un robo sacrílego, hoy se venera, en su imagen original, en las grandes solemnidades celebradas en su campestre basílica de Elizalde.

Cerco de Artajona, cercado durante nueve siglos por soles, nieves, nieblas, vientos, lluvias y granizadas.

Cerco, cercado sobre todo por su propia historia, lejana y compulsiva.

“Descendió a los infiernos”

 

(Sal 68,19; Ef 4, 8)

 

             Dando
                         el salto
desde la muerte. Y bajando
             hasta el Hades, Cristo vivo
             subió a los cielos más altos,
             llevando
             una legión de cautivos.