Archivo por meses: octubre 2014

Primer otoño

 

Los álamos, los plátanos, los tilos y castaños

de la Vuelta del Castillo

se han puesto  de pronto mustios

y visten de amarillo.

Nubes y nieblas acechan la mañana

y le roban el brillo.

Me pongo un jersey recio

con olor a membrillo.

Esperpento

 

Hay días en que la prosa ya no sirve para describir y menos para definir lo acaecido ni lo acaeciente, y la poesía tampoco sirve para el caso. Gürtel y Bárcenas; Millet, Pallerols y el Palau; los ERE en Andalucía; Pujol y su familia; las tarjetas opacas en la Bankia de Rato y Blesa y sus 86 aprovechados; el santón sindicalista Fernández Villa y, lo que faltaba, el  ébola y su víctima, y media España, encarnizándose sobre la enfermera, sobre las autoridades sanitarias, sobre el Gobierno y hasta sobre el perro muerto… La verdad, no me queda sino escribir esperpento y volver a don Ramón del Valle-Inclán.

Fotorrealismo

 

Qué buena ocasión la Exposición en el Bellas Artes de Bilbao –Hiperrealismo, 1967- 2013– para los que apenas conocíamos este impetuoso movimiento contemporáneo y menos todavía sus obras principales, cuando en todo el mundo se han hecho ya 300 exposiciones de las mismas.  Nacido  a mediados de los Sesenta en  los Estados Unidos de América, sobre todo en Nueva York, por la aplicación de la fotografía al arte de la pintura, la Exposición nos presenta una antología de cuadros fotorrealistas  de tres generaciones de autores, la última de ellas con  plena utilización de la tecnología informática en la pintura, por la que se llega a un realismo minucioso, superior incluso al fotográfico. Me interesan sobre todo aquellos autores que, al realismo, esplendoroso en ocasiones, de la fotografía-pintura de coches, motos, viviendas, interiores, bodegones, ciudades…, unen sus recursos más originales y creativos, como es el caso de Din Jacot (Chicago, 1949), en Hora punta -graciosa composición de coches y conductores en una congestión de tráfico-, o las dos composiciones del español Bernardo Torrens ( Madrid, 1967), acrílicos sobre tablas, Allí espero, dorso femenino clásico, y El último rayo de sol, cuerpo vertical desnudo de mujer, verdadera obra de arte de estampa romántica, pero toda equilibrio y sosiego, y que podría parecer, a primera vista, una perfecta foto de estudio.

Tarjetas opacas

 

Ha sido tal vez el caso de corrupción más comentado y odiado por la gente. Porque se trata de un Banco-Caja (Bankia, antigua Caja Madrid), rescatado con muchos millones, y porque se trata de un abuso prolongado (2003-2014) y amplísimo; además, llevado a cabo por todos: de todas las instituciones y de todos los colores. Por cierto, leo que, de todos esos consejeros, ex consejeros y directivos, uno de los que más usó y abusó de la tarjeta opaca (negra) fue un militante de IU, de recios apellidos éticos y espirituales: Moral Santín. Parecía predestinado.

A los ochenta años

 

Ayer se cumplieron ochenta años del golpe antidemocrático y antirrepublicano, con máscara de federalismo, del presidente de la Generalidad de Cataluña, Luis Companys, que le llevó a él y a sus más cercanos colaboradores a la prisión de un buque de guerra, surto en el puerto de Barcelona, después de que el capitán general de Cataluña, el catalán y catalanista Domingo Batet, los hiciera rendirse con unos pocos cañonazos  disparados desde la plaza de Sant Jaume. No voy a comparar dos situaciones políticas muy diferentes, lo que sería antihistórico, pero si voy a subrayar algunos parecidos importantes. Hacía meses que el mismo Manuel Azaña veía a su viejo amigo Companys -otrora admirador azañista y el más republicano español en una Esquerra mayoritariamente no separatista- muy exaltado y como aislado en su campana neumática catalanista. Companys había cometido el error de meter en su Gobierno y poner al frente del orden público a la sección minoritaria pero muy activa de ERC, que era el Estat Catalá con sus dos hombres más significativos y dirigentes  al mismo tiempo de los escamots, grupos de jóvenes independentistas paramilitares, avezados a enfrentarse con los militantes de la CNT, la única  fuerza obrera, y mayoritaria, antinacionalista. La Alianza Obrera de los partidos y sindicatos minoritarios, entre ellos la débil UGT y el débil partido socialista, se había sumado a la revolución, es decir, al golpe socialista-comunista (y cenetista en Asturias) organizado en Madrid, la noche del día 4,  para toda España, con el pretexto de la entrada en el Gobierno de Lerroux de tres miembros de la CEDA -algunos de los mejores-, partido que había ganado las elecciones de noviembre-diciembre del año anterior. El golpe venia preparándose hacía meses y hubiera estallado en cualquier otra ocasión. No  circunstancia menor fue la negación al nuevo Gobierno del pan y la sal, rompiendo toda relación, por parte de los partidos republicanos, de izquierda y de derecha, sobre todo del de Azaña, derrotados ampliamente en las úlimas elecciones, que se habían resistido todo lo posible a abandonar el poder. El momento le pareció propicio a Companys , el antiguo republicano de Lerroux, el defensor de obreros de la CNT, siempre con el complejo de no ser un catalanista “de debó”, que creyó poder hacer de Maciá redivivo, y  hasta superarlo; de llegar a ser el único republicano español-catalán al frente de un Gobierno fiel a la “República del 14 de abril” que podría enfrentarse al Gobierno central, traidor a la República genuina; de federalista desbordado dentro de (“dins”) una España federal, que, por cierto -y porque los socialistas y republicanos no quisieron-, no era federal, sino “integral”… Y se lanzó al vacío, a la desmesura, a la deslealtad, a la desobediencia civil, al no sentido político ni jurídico, al error y al disparate. Hasta creyó que la guardia civil, la policía de asalto y el ejército español le rendirían honores.- Las consecuencias fueron inmensas. Y siguen siéndolo.

“Volem votar”

 

Apenas si la imagen ha trascendido, que yo sepa. Cuando vi a la decena de monjes de Montserrat en la explanada del monasterio, no lejos de la puerta de la basílica, con un letrero en la mano, que decía Volem votar, recordé algunas estampas de la prensa anticlerical catalana, y española en general. El periodista catalán Enric Juliana escribía hace unas fechas que de los cuatro vectores o fuerzas que sostenían la Cataluña de nuestro tiempo -Pujol y Convergencia, el PSUC, el PSC y Montserrat-, sólo Montserrat se mantenía incólume, aunque con unos monjes más envejecidos. El hecho de que la prensa de nuestro país, tanto de izquierda como de derecha, tan anticlerical, no haya mordido en ese hecho tan pintoresco, indica el respeto que se tiene todavía hacia ese primer vector catalán y catalanista. Yo, que no recuerdo a ningún monje de Montserrat manifestarse en favor de la honradez y de la decencia, frente a los grandes escandalos de corrupción y  de indecencia pública ocurridos en Cataluña, me pregunto si no hubiera sido más monacal, más litúrgico, más benedictino y, sobre todo, más justo, más humano y más cristiano que esa decena de monjes hubieran exhibido un letrero diciendo, por ejemplo: Volem continuar a conviure amb els nostres amics espanyols. Tal vez los hubieran imitado los obispos que pastorean en Cataluña. Porque, la verdad, es que somos muchos los amigos españoles de Montserratt, entre los que me encuentro: los benedictinos y benedictinas de toda España, los que los recibieron en Navarra, en plena guerra civil, cuando  habían matado a media comunidad como conejos en Barcelona y en los montes cercanos a la abadía; los parientes y conocidos de algunos monjes nacidos en otras partes de España; los miles y miles de españoles que hemos visitado el monasterio; los que hemos vivido allí; los que hemos admirado su santidad y su sabiduría, sus libros, su arte, su música, su liturgia; los que hemos colaborado con ellos; los que hedmos cooperado, de muchas maneras, a su mantenimiento y esplendor. ¿Sólo quieren esos monjes manifestantes votar la independencia de Cataluña? ¿Es el único objetivo que les ha hecho bajar, por vez primera, a la explanada? ¿Y no quieren seguir conviviendo con nosotros?

El “rosario de la aurora”

 

           Es curioso que un sintagma tan sacro y lírico como es el rosario de la aurora en el mes de octubre haya devenido una metáfora, al decir del Dicionario de la RAE, de una desbandada descompuesta y tumultuaria de los asistentes a una reunión por falta de acuerdo. Entre las versiones, algunas muy chuscas, del origen de la expresión, la más verosímil parece la del religioso jerónimo del monasterio de Bornos, Fray Baltasar de San José. Nos cuenta la bronca habida en la localidad gaditana de Espera (hoy el pueblo con más paro de España), entre las Hermandades de la Vera Cruz y la de las Ánimas, enfrentadas a menudo, que en 1749 se disputaron el cadáver de un vecino, que había sido miembro de las dos, con la correspondiente zalagarda. Hay otras versiones menos creíbles, como la que habla de unos quintos trasnochadores y borrachos que, no se sabe dónde, provocaron a los fieles devotos y éstos se defendieron hasta con los faroles de la procesión matutina, armándose entonces la tangana. Otros, en fin, cuentan que fue un tiesto o maceta, lanzado desde un balcón por alguien a quien  le despertó la campanilla o la canturria del rosario de la aurora, lo que originó la zarabanda posterior. Todo puede ser, pero yo me quedo con la primera versión. – A los devotos que  salen hoy por las calles cantando las Ave-Marías del rosario, a unas horas tan intempestivas para la disputa y la reyerta, todo este relato se les hace tan lejano e increíble como ingenioso.

“Lo que más me espanta de todo…”

 

Lo que más me espanta de todo es que ya habéis visto los trabajos y afliciones que han tenido [ella misma sobre todo y otras religiosas] por morirse, por gozar de nuestro Señor; ahora es tan grande el deseo que tienen de servirle y que por ellas sea alabado, y de aprovechar algún alma si pudiesen, que no sólo no desean morirse, mas vvir muy muchos años padeciendo grandísimos trabajos, por si pudiesen que fuese el Señor alabado por ellos, aunque fuese en cosa muy poca. (…) Temor ninguno tiene de la muerte más que ternía de un suave arrobamiento. El caso es que el que daba aquellos deseos con tormento tan excesivo, da ahora estotros. Sea por siempre bendito y alabado.

(Santa Teresa de Jesús Moradas del castillo interior. Séptimas Moradas, 4-5).

Vuelan jotas

 

Cinco entregas de vídeos nos envía Patxi Mendiburu -otro Patxi que no para de hacer buenas cosas- sobre el festival de jotas callejero, el día de San Fermín Chiquito, por las calle y plazas de la capital navarra, organizado por el joven y dinámico  Grupo “Pamplona canta: folklore y tradiciones de Navarra”. Qué gozada. Todo lo que uno ha escrito sobre la jota se hacía realidad ahí; se vivía comunalmente y comunalmente se disfrutaba. Hace ya muchos años, cuando esta sociedad nuestra  aparecía tan apátrida, o más, que hoy; cuando se podía ser “patriota” en una lengua pero no en otra; cuando sólo se toleraba (se temía) un concreto y letal patriotismo, cierto periodista navarro me animó a escribir nuevas letras para jotas. -Que no, le decía yo, que la gente prefiere las clásicas, las de siempre… Pero, en fin, por probar un nuevo género, me puse a la tarea. Y donde quiera que estuviese, en casa, en un parque, en la bibioteca, en el tren…, escribía cuartetas para jotas, y alguna que otra letrilla más larga. Me dio para un librito: Un pueblo que canta (Nuevas jotas navarras), con prólogo del maestro de la jota que fue y es Pedro María Flamarique, tafallés, hermano de las  Hermanas. Por  cierto, en ese libro hay una letrilla de jota que se cantó en las calles el otro día. Sabemos poco de  los autores de jotas, y ni falta que nos hace. Sabemos, por ejemplo, que el periodista navarro, republicano y anticlerical Ezequiel Endériz escribió varias letras para Raimundo Lanas. Pero, en general, las jotas, como las canciones de los Cancioneros populares, son anónimas, son populares, que es una gloria para cualquier autor: que su letra se convierta en popular. Sólo eruditos como Mendiburu tienen la suerte de investigar autorías, procedencias, inspiraciones, parentescos y otros extremos interesantes; pero eso viene después y, siendo muy útil,  no es esencial a la cosa. Volvamos a lo principal: ese festival es sumamente necesario en Pamplona y en otros muchos sitios. Como pueden ser otros parecidos. ¿Plurales? Sí, Nada nuevo: todo es plural, todos somos plurales. Pero no caiganos en la trampa de quienes  sólo celebran su pluralidad, que es su propia singularidad, su diferencia, no la de otros, y menos la comunidad, lo que nos hace comunes, conviventes, fraternos.

La música de cada día

 

Desde hace unos meses, el joven y emprendedor canónigo organista de Roncesvalles, Patxi Izco, nos regala a los amigos, colegas, compañeros y conocidos, todos los días,  de par de mañana, lo que yo llamo el maná musical. Una pieza breve de música, desde la más clásica a la más popular o sofisticada, precedida de una glosa, que es, más que una consigna, un punto o varios puntos de meditación para ese día. Para seguir caminando, que peregrinos somos todos, como los que ve y trata cada día Patxi en su atalaya de Orreaga. Veamos la ración espiritual que nos ha tocado hoy, miércoles, con el concierto nº 2 en Re Mayor (allegro) de Johann Melchior Molter, con Otto Sauer (trompeta piccolo) y Vlodimir Kotenko (órgano):  “Va la semana… y a marchas va la vida. Y siempre p´alante, como decimos los navarros. Y van los pasos necesitando un poco de fuerza para marcar el ritmo del vivir. Que no siempre es fácil, ¿verdad? El órgano acompaña a la trompeta ¿o quizás es al revés? ¿Qué sería de uno sin la otra en una maravillosa medlodía como ésta?  Y es que… ¿qué sería la vida sin el cansancio? Seguramente un devenir horizontal y átono. El cansancio nos hace intuitivos y creativos; al menos, para encontrar fuentes de paz y de sosiego. Nos saca del inmovilismo y de la rutina. Así que … a la aventura. Como el órgano y la trompeta, nos toca afinar y acompasarnos al ritmo de los que nos acompañan. Feliz miércoles”.- No sé hasta cuándo aguantará Patxi ese esforzado  menester matutino, con el que nos hace llegar el regalo nutricio de cada jornada. Que sea hasta que él quiera. Pero siempre recordaremos estos días felices, cuando nos levantábamos por las mañanas y, entre las muchas -a menudo malas- noticias que leíamos al asomarnos al alfeizar del ordenador, escuchábamos una música, casi siempre alegre, que nos animaba a seguir viviendo y a seguir caminando por este  nuestro querido mundo.