Llegó el día en que todos
al levantar la vista,
pudimos ver la tierra
de nombre Libertad.
(…)
Tocaron las campanas
desde los campanarios
y los campos desiertos
volvieron a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.
Pongo en pasado y en presente lo que José Antonio Labordeta cantó como un futuro. Aunque dejemos para el futuro la feliz consumación del poema profético. Él contribuyó a la tarea colectiva con su voz, su palabra, su acción, su magisterio educativo, literario y político. Con todas sus contradicciones y limitaciones, inseparables de toda persona pública. La masiva despedida de toda España, tras su muerte, testimonia mejor que nada su valor y su mérito.