Archivo por meses: enero 2010
Presidencia europea
Antonio Beristain
La cenicienta salud mental
África de nuevo
Los Magos en Belén
(Is 60, 5-6; Sal 72, 10-11;
Mt 2, 1-12)
Eran los sabios de Oriente
y la mucha devoción
de sabios los hizo reyes.
De Arabia, Persia o Sabá:
Hor, Hormizda o Basanáter;
Melchor, Gaspar, Baltasar…
Viejos de blancos cabellos
o jóvenes rubicundos.
Y al fin aparece un negro.
Dos, tres, cuatro, y hasta doce,
y después tan sólo tres,
porque tres fueron los cofres.
La riqueza y simpatía
de todo el mundo gentil
trajo el oro, incienso y mirra.
Porque en Belén se encendió
la luz de la amanecida,
que es la gloria del Señor.
Mateo quiso decir
que sus cristianos gentiles
también estaban allí.
Ya no hay griegos ni judíos,
ya no hay varón ni mujer,
ya no hay ni pobre ni rico.
Fiesta de la Epifanía:
Dios se revela y se da
sin reserva ni medida.
Balaam y los Magos
(Núm 22-24; Mt 2, 1-12)
Era en el reino tranjordano moabita
un monarca intrigante llamado Balaq
que quería acabar con los israelitas
y llamó al reputado mago Balaam.
Partió éste en su burra con dos de sus
muchachos
y llegó hasta la cima de Bamot Baal.
Alli, lo mismo que en la altura del Peór
o en la cumbre señera del monte Pigá,
entre siete altares y ofrendas de holocausto,
entonó su trovas el profeta de Aram:
–Bendito es Israel, por ser el pueblo de Dios
que no encontró en él ni culpa ni maldad;
por eso de Egipto lo llevó hasta su casa:
acostado león, ¿quién le hará levantar?
Vio entonces Balaam el brillo de una estrella
y un cetro rompiendo las sienes de Moab,
cargando implacable contra sus enemigos,
derribando el fortín orgulloso de Ar.
Cantadas las trovas, volvió el profeta a casa.
Y a su casa volvió el terrible rey Balaq.