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Viernes de Cuaresma ( I )
(Sobre Is 53, 11b-12; Is 55, 3; Jr 3, 12b.14a)
Ya no es sólo el Siervo de Dios quien justifica.
Es el Hijo predilecto del Padre omniamoroso.
No necesita Dios víctima alguna.
Ni busca la revancha; ni siquiera
la más piadosa expiación.
Él es leal. A nadie que le busque
le pone mala cara.
Con nadie es rencoroso eternamente.
Pero el Hijo cargó en su vida inmaculada
con todos los crímenes del mundo,
con todos los despojos de la pobre multitud.
Escrito está en la historia universal:
que muchas veces pagan
justos por pecadores. Entre éstos
el Justo fue contado,
vilmente perseguido
y expuesto hasta la muerte ignominiosa.
Él nos dijo la última Palabra
para andar el camino de la vida.
Con su sangre inocente nos libró
de la carga de la sangre y de la muerte.
Dios selló con nosotros, sus hemanos de carne,
la alianza del amor y la presencia,
prometida a su Pueblo
desde siempre y por los siglos.
Tres “nivolas” de Unamuno
Con las 40 últimas
En los carnavales…
–En los carnavales de nuestros días se ve mucha más carne que en los de antes.
-Ningún rey constitucional puede llamarse soberano.
–Hombre de palabra. Los hay que tienen tantas, que no llegamos a saber cuál de ellas es la que quieren mantener.
-¿Quién no ha sido alguna vez más amigo de Platón que de la verdad?
-Nosotros somos diferentes. Los demás también.
-Ni siquiera sobre las ideas generales se puede tener sólo una idea general.
–Hablar por hablar. Pues, sí, porque es lo que más nos gusta, lo que más necesitamos. Hablar por no callar, sí señor. Porque es la expresión primera y la mejor prueba de la vida. Hablar.
–¿Cómo será la dentera de los que no tienen dientes?
Letra del himno nacional
Canta, España.
Cantemos todos juntos
la común canción
de vida y libertad.
Todos juntos,
distintos pero unidos,
con igual pasión
cantemos a la paz.
Somos Europa
y somos también
un viejo y nuevo pueblo
de la Humanidad.
(bis)