Tambores de guerra en el Báltico

 

        Leo en EP un bien documentado reportaje de John Carlin, así titulado, y recorro, entristecido, con mi imaginación los tres Países Bálticos, visitados recientemente. Conozco el drama de los rusos-letones y rusos-estonios y sus amarguras desde la independencia de los terrritorios ocupados un día por el Imperio sovietico, donde viven. Incluso la Unión Europea advirtió en su día de la discriminación, más o menos voluntaria, que padecían esos “apátridas”, lo que fue durante un tiempo un obstáculo para su entrada en la UE. Pero desconocía que la situación fuera tan grave, hasta el punto de mover a Suecia a recuperar el servicio militar obligatorio y a la OTAN a tomar, en muy breve tiempo, posiciones militares en los tres Estados Bálticos y en la vecina Polonia a través de tropas canadienses y españolas (Letonia), inglesas (Estonia), alemanas (Lituania) y norteamericanas (Polonia). Y todo, o casi todo, por las ansiedades y prepotencias de ese Putin zaresco. arrogante y acomplejado a la vez, que se resiste a admitir la nueva configuración de Rusia actual, que posee como una finca, y sueña con extender la influencia y el poder, que supone mucho mayores de lo que son. Una nueva preocupación de la UE, en el momento en que el patrón de la OTAN se llama Trump, en pleno desprestigio (y deblidad) nacional e internacional.