“Seréis una tierra de delicias”

(Del libro de Malaquías 3,1 – 5, 9)

Dios nos manda por fin el mensajero
que allanará el camino mortal de su venida,
el ángel de la alianza perenne de Dios con nosotros,
que somos su heredad.
Nos purgará y limpiará en su crisol
mejor que al oro y la plata
y podremos al fin adorarle rectamente
como en años antiguos.
Él hará justicia justiciera contra toda opresión
y la nuestra será una tierra de delicias.