¿En el palacio de Herodes?

(Lc 23, 8-12)

 

Declaración teológica
sobre la inocencia de Jesús y el poder curativo
de su Pasión sanadora,
llaman los mejores exégetas de hoy

a esta perícopa de Lucas
Estenos cuenta en su Evangelio
que Herodes, tetrarca de Galilea, censurado por Juan,

le había encerrado en prisión
y que, haberle hecho degollar,
estaba preocupado por la actuación de Jesús,
en quien temía que hubiera resucitado el Bautista.
Un buen día, algunos fariseos dijeron al Maestro
que se fuera de allí, porque Herodes quería matarle
Id y decidle a ese zorro .. -les contesta-
que quiere seguir curando a los enfermos y expulsando a los demonios,
porque no cabe que un profeta
perezca fuera de Jerusalén.

 

Ante aquel astuto y destructor mandatario,
presente en la ciudad esos días,
describe ahora Lucas a Jesús
enviado por Pilato, al saber que acusado era galileo.
Herodes se muestra vehementemente alegre
de ver de cerca al profeta nazareno,
de quien espera algún prodigio.
Pero Jesús responde con un silencio clamoroso
a la torva palabrería del tetrarca,
igual que el siervo doliente de Isaías,
que no abrió la boca.
Despechado Herodes, con la ayuda de su guardia personal,
se burla de la víctima,
y acaban revistiéndole de un ropaje espléndido,
probablemente blanco,
antes de devolverle al palacio del Prefecto.
Herodes y Pilato -anota Lucas-
se hicieron amigos uno del otro,
pues hasta entonces eran enemigos entre sí.
Los príncipes herodianos reinantes

eran bienquistos de la familia imperial Julio-Claudia,
y Lucas traslada tal vez al caso de Jesús
la buena relación entre el rey Agripa y el Prefecto Festo 
en tiempos de de Pablo, detenido en Cesarea.

 

Tampoco Herodes encontró a Jesús culpable,
según el mismísimo Pilato:
-porque nos lo ha remitido.
Lucas presenta así un Herodes

deseoso de contestar al poder romano.
Ambos resultan válidos testigos
de la inocencia de Jesús.
Que el mayor enemigo del Maestro galileo,
que hasta el último momento le despreció y se burló de él,
no encontrase en él causa alguna de delito
es el más robusto de los argumentos.

 

 

Predicciones de la muerte y resurrección de Jesús

 

(Mc 8, 31; 9, 31;10, 33-34; Mt 16, 21;17, 22-23; 20,18-19; Lc 9, 22; 18, 31-33; Jn 3, 14; 8, 28; 12, 32-34)

 

A lo largo de su breve vida pública,
especialmente en sus visitas a Jerusalén,
fue creciendo la oposición de los enemigos de Jesús,
que le hizo temer, cada día más, por su vida.
Conocía bien el Maestro
la suerte que habían corrido
los viejos profetas Elías y Eliseo,
Jeremías, Zacarías y otros bravos testigos de Dios.
Vivísimo tenía aún el recuerdo de Juan el Bautista,
preso y degollado por Herodes Antipas.
Predicador del Reino de Dios,
tenía que preguntarse, una y otra vez, por su propio destino.
Son numerosas las veces que en los cuatro evangelios
se habla directa o indirectamente
de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret.
Sean los que sean los lugares y tiempos,
nunca seguros,
y los préstamos mutuos de los cuatro narradores,
una es la expresión común,
que lleva  casi siempre
la evocación implícita del siervo doliente de Isaías,
del Hijo del Hombre de Daniel,
y de algunos salmos proféticos.

Marcos -8, 31, seguido de Lucas y Mateo- es típico en este punto:
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre
debía sufrir mucho y ser reprobado
por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas,
ser matado y resucitar a los tres días.
Y, más tarde, subiendo a Jerusalén,

con más precisión todavía:
-…  y se burlarán de él,
le escupirán, le azotarán y le matarán,
y a los tres días resucitará,

Está claro que algunos de estos versículos
se pusieron en boca de Jesús
tras celebrarse su resurrección de entre los muertos:
poco antes, los mismos discípulos
dieron abundantes muestras de no haberla comprendido.
Pero Jesús sí pudo hablar, alguna vez o algunas veces,
de la victoria final sobre la muerte,
del triunfo definitivo
del Reino de su Padre Dios.

Juan, el evangelista -por ejemplo, 12, 33-34-
es algo más discreto en sus citas:
Y yo, cuando sea elevado en la tierra,
atraeré a todos hacia mí.
Decía esto para significar
de qué muerte iba a morir.

Jesús de Nazaret, que no era un inconsciente,
previó, de una u otra forma,
un final trágico,
como algunos profetas,
en Jerusalén.
Muchos lugares en los cuatro evangelios lo confirman.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Ramadán

 

                                  El 11 de marzo, comenzó el mes del Ramadán para los 2´4 millones de musulmanes que viven en España (5% de la población). Esta vez ha coincidido con la Cuaresma cristiana.

En este mes se conmemora la revelación de los primeros versos del Corán a Mahoma. Por eso la comunidad musulmana trata de purificar su alma, fomentar más la oración (cinco rezos diarios), la lectura de los texto sagrados y la caridad en forma de limosna o de otras formas. Durante este período, que concluye, este año, el 9 de abril, los fieles deben abstenerse de comer, beber, fumar, mantener relaciones sexuales, enfadarse…, hasta que caiga el sol.

El paralelismo entre nuestra Cuaresma y el Ramadán surge aparentemente del ayuno Iftar) cristiano, que casi ha desaparecido de la Cuaresma (tampoco Jesús de Nazaret era un entusiasta del ayuno), pero quizás tenga más que ver, teológicamente, con la Navidad, encarnación de la Palabra de Dios. También desde un punto de vista antropológico y social, ya que el Ramadán es un mes más de fiesta que de penitencia. Un  mes festival, familiar y solidario.

Lenguas y bocas

 

                               Todas las lenguas son bellas, precisas, luminosas. Todas las lenguas son horribles, crueles, violentas. Todas son un canto suave o un ladrido salvaje. Son las bocas las que las transforman (Lori Saint-Martin).

Son las bocas las que  convierten la posibilidad en hecho. Las que hacen de la virtud maldad. O de la belleza fealdad moral.

Día de la Poesía

 

La poesía
es una falla geológica
en alguna de las capas del aire,
la línea de fractura en el trayecto
solitario de un pájaro.

La poesía es una apuesta
moral ante la vida,
que de alguna manera
nos limpia el corazón, pero nos deja
para siempre sin nada.

                                                                                                  Basilio Sánchez (Cáceres, 1958),

                                                                                                  El baile de los pájaros (2023)

 

 

El poeta Jesús Mauleón

           

 

Ayer tarde, en el Casino Principal de Pamplona, varios amigos presentamos la segunda colección de poemas de Jesús Mauleón -el de Arróniz y del siglo XXI, no el citado por Cervantes en El Quijote-, poeta, novelista, escritor, párroco de varios pueblos, profesor de Literatura, delegado diocesano de Medios de Comunicación, cofundador de la revista Rio Arga y del Ateneo Navarro, amigo…

El autor, gravemente enfermo, estuvo toda la velada presente, sereno, activo y hasta dicharachero. Una maravilla. Quienes estuvimos también presentes sabemos que fue uno de esas extraordinarias e inolvidables experiencias que nos regala la vida, como solemos decir… Es decir: Dios y la creación divina.

Elijo uno de los  poema más breves del libro, titulado Dios, uno más del autor en este Cuaderno de bitácora:

Fue su primer amor.
Quiso que fuera el último.
Y en medio fue su desmedido intento:
prender de amor eterno las horas, ay, tan breves.

Nadie piense que ardiera
tan alto fuego en vano:
que solo Él sabe cómo amó la vida.

 

Del libro Escribe por tu herida (2005)

 

 

 

 

 

La Pasión según San Juan, de Bach

 

        Domingo,17 de marzo de 2024. Auditorio Baluarte. Fundación Baluarte. Pamplona.  Cetra Barokoorchester Basel y Vocalkoncert Basel, dirigidos por A.Marcon.

Dicen los que saben que de las cinco Pasiones que compuso el genio Juan Sebastian Bach, solo dos han llegado completas hasta nosotros. La primera, la Pasión según san Juan, fue estrenada el año 1724 en la iglesia de San Nicolás de Leipzig, donde Bach era el cantor oficial del municipio y director de la escuela de música Santo Tomás, donde vivía.

Hacía muchos años que no la oía, y solo en disco, a diferencia de San Mateo, que la vivo cada Semana Santa y me causa esa admiración inconmensurable que le causaba al mismísimo Nietzsche: Quien haya olvidado por completo el cristianismo lo tendrá como Evangelio. No por nada al autor se le ha llamado el quinto evangelista.

Había leído que esta primera Pasión se caracteriza por su poder de expresión y su ímpetu emocional, no sé si comparada con la más popular y ex tensa de San Mateo. Pobres palabras, que quieren acercarse a la realidad.

No añadiría nada serio, si dijera aquí algo que haya leído por ahí, dada mi nula autoridad en este ámbito. Solo quiero decir que, después de haber leído en casa el texto original, y habiendo seguido la interpretación musical en la sala, con la traducción al castellano y al vascuence/euskara, la emoción fue muy grande, pero esa emoción (amorosa, compasiva y penitencial), me trajo una paz y una alegría poco comunes. Y de aquí al cielo, le dije todo convencido a uno de los amigos con quien me encontré.

La humildad en la tradición benedictina (y 2)

 

                 La humildad es una virtud tan grande, que aunque el Demonio parece que imita todas las virtudes, no acierta a entender la naturaleza de esta. (…) Igual que no se puede construir un barco sin clavos, es imposible salvarse sin humildad. (Vida de Sinclética).

 

Cuando las personas son orgullosas, envidian los logros de los demás, y siembran todo tipo de males. (Hildegarda de Bingen, Libro de los méritos de la vida).

 

Las cosas que realmente necesitamos nos llegan solo como dones, y para recibirlas como dones tenemos que estar abiertos. Para estar abiertos tenemos que renunciar a nosotros mismos, en cierto sentido tenemos que morir en cuanto a nuestra imagen de nosotros mismos, nuestra autonomía y nuestra fijación en una identidad pertinaz. (Thomas Merton, Conjeturas de un espectador culpable).

 

Un hombre humilde puede hacer grandes cosas con una rara perfección, porque ya no está preocupado por lo contingente, como sus propios intereses y su propia reputación, y por lo tanto ya no tiene que esforzarse en defenderlos. (Tomas Merton, Nuevas semillas de contemplación).