¿Nacionalismo contra catolicismo?

Según datos del ministerio de Educación, la media nacional de alumnos matriculados, dentro de la Escuela pública, en clase de Religión católica, en Primaria, es del 65%; en Secundaria la media en toda España no pasa de del 38% y en Bachillerato, del 20´4%: diez años antes, los porcentajes estaban en torno a veinte puntos por encima en todas las etapas de la educación. Frente a esa media del 65% en Primaria, en Cataluña no pasa del 23´2%, y en el País Vasco, del 30´5%. Siguen de abajo para arriba Baleares, con un 55%; Madrid, con un 60´3%; Comunidad Valenciana, con un 60´5%,  y Navarra, con un 62´2%. En la cima de la lista están Extremadura, con un 89´6% y Andalucía, con un 85´9%. En Secundaria, todavía las cifras son mucho peores: en Cataluña el porcentaje desciende al 9´2%, mientras en Baleares se queda en el 13´5% y en el País Vasco sube ligeramente hasta el 19%. En Bachillerato la asignatura casi desaparece de las aulas de estas tres Regiones: sólo el 1´3% de los alumnos baleares, el 1´9% de los catalanes y el 3´8 % de los vascos cursan Religión. Todo esto se entiende sólo conociendo la dimensión de la Escuela concertada, de la Escuela libre no concertada y de la Escuela pública en cada una de lass Comunidades, que debiera añadirse en las publicaciones que quieren defender ciertas tesis a las cifras anteriores. Por ejemplo, en Extremadura la Escuela concertada es casi inexistente, mientrass en Cataluña es muy extensa y bien organizada. Claro que otros índices vienen a corroborar esta falta de interés religioso en algunas Comunidades, situándola en un ámbito más amplio: en el País vasco, considerado en este momento la región más descristianizada de España, sólo algo más del 58% se declara católico, y en Cataluña apenas el 60%, frente al 72% de la media en toda España. ¿Pero todo esto es suficiente para afirmar, como sostienen algunos, que el nacionaiismo “se come la fe”? De ninguna manetra. Es vieja, y está bien razonada, desde el abbé  Sièyes (1789), la habitual transferencia de la fe en Dios y de sus rituales a la fe en la Nación y los suyos. La Nación, la Patria y el País serían los sustitutos de la Divinidad y serían los sujetos de los atributos divinos, ante los cuales se celebran las liturgias y paraliturgias en las fiestas del calendario patrióico, y con el mismo fervor y pompa que en los viejos templos y en los viejos lugares de la Cristiandad.  Pero creo que nos faltan estudios complementarios de campo para confirmar y asegurar la ya redicha hipótesis. De todos modos, estas significativas cifras de base están ahí para la reflexión de todos.