De las nacionalidades y regiones a la independencia

 

La última etapa la hemos conocido muchos y tiene menos intríngulis. Volvió Cataluña con la Constitucion de 1978, que tampoco fue federal porque nadie lo quiso, a ser una Comunidad Autónoma, algo más que una Región, oor medio de un nuevo Estatuto, y con el nombre de nacionalidad que tantas veces había empleado Cambó siguiendo a Pi y Margall, y que por fin los los constituyentes introdujeron en la Constitución de 1978.  Siguió Cataluña ganando grados de autonomía, vg., competencias de orden público, que no estaban en el Estatuto, y otras bicocas aprovechando la posición privilegiada del partido nacionalista hegemónico en Cataluña, CIU, y sus pactos de Gobierno con los partidos gobernantes españoles. Pero en 1998, con el Pacto de Barcelona, entre CIU,  PNV y BNG, siguiendo el impulso independemtista de ETA, volvió CIU a la tradición confederalista de Unió Democràtica y a la lectura confederal de la Constitución. El socialista Pascual Maragall, en la misma órbita, logró, años más tarde,  del irresponsable presidene españaol Rodríguez Zapatero el cambio de Estatuto, que pocos solicitaban, en ese misma línea, o, al menos, en una línea federal asimétrica, que venía a ser lo mismo: se trataba de aumentar las competencias  que la Constitución no atribuía a la Comunidad Autónoma, por medio de un nuevo Estatuto. El error de llevar a referéndum un texto que luego corrigió seriamene el Tribunal Constitucional fue otro grave error añadido. Desde entonces, toda una serie de induccciones constantes por parte de los Gobiernos de la Generalitat, y sobre todo de CIU con la ayuda de Esquerra y de muchas instituciones cívicas, el silencio o la cobardía de un PSC dividido y arruinado, y el silencio de los corderos de gran parte de la sociedad catalana casi hasta última hora, han llevado las cosas hasta los extremos de pedir a todas horas la independencia, en un momento de grave crisis económica y política en toda España, y hasta organizar una falsa consulta, es decir, un soterrado referéndum independentista ilegal e injusto. Se ha vuelto un poco más lejoas de lo que pedía el Missatge a la Reina Cristina, en 1888,  que era una confederación con la única unión en la Corona. Y algo más lejos aún de lo que se deseaba al comienzo del Missatge, muy cercano a que se deseaba por entonces en Navarra y en el Paìs vasco :la reintegración foral volviendo a los tiempos anteriores a 1839: en Cataluña al tiempo anterior al 1714. La herida es profunda. Y el fracaso de todos también.