Cocainómanos

Hace bien la ministra Elena Salgado en abogar por la implicación de toda la sociedad española para acabar con el consumo de cocaína entre nuestros adolescentes, unida casi siempre al alcohol, viendo sobre todo el vertiginoso aumento de ese consumo entre ellos, desde el 1´ 8% en 1994 hasta el 7´2%, diez años después. Con razón la ministra lo califica de alarmante. Bien está, además, que pida públicamente apurar las medidas de vigilancia en los centros escolares. Pero la cosa no empieza ni acaba ahí. Durante muchos años los adolescentes y los jóvenes se han “educado” en una atmósfera -nunca mejor dicho- de amplia permisividad y hasta de respetabilidad de la “droga blanca”, signo selecto y marca peculiar de la “gente guapa”, de la “noche progresista” y de un sin fin de actos sociales de los “tocados por el éxito” en cualquier ámbito y profesión. Esto no lo dicen, por desgracia, ni la ministra ni ninguno de sus colaboradores, alarmados con razón por el número de infartos de miocardio, paranoias transitorias, accidentes de tráfico, violencia callejera, fracaso escolar, apatía vital, etc., de nuestros adolescentes y jóvenes, por no decir asimismo de nuestros adultos. Cuando a los principios (en el doble sentido de la palabra) no se les sale al paso, la medicina suele llegar tarde: sero medicina paratur, nos enseñó Horacio.